Dios le dijo a Moisés:
«Toma un martillo y haz dos trompetas de plata, que solo podrán tocar los sacerdotes descendientes de Aarón. Enséñale al pueblo que yo he dado esta orden: Cuando los sacerdotes toquen las dos trompetas, toda la gente se debe reunir delante de ti a la entrada del santuario. Un solo toque de trompeta significa que solo deben reunirse contigo los jefes de las tribus.
»Las trompetas también te servirán para darle al pueblo la señal de ponerse en marcha. El toque de dos trompetas acompañado de fuertes gritos querrá decir que deben ponerse en marcha todos los que estén al este del campamento. A un nuevo toque de trompeta, se pondrán en marcha los que estén acampados en el sur. Esta será una ley permanente para ustedes.
»Cuando haya una guerra y ustedes tengan que salir a pelear, toquen las trompetas y griten con todas sus fuerzas. Entonces yo, su Dios, me acordaré de ustedes y los salvaré de sus enemigos.
»Toquen también las trompetas cuando sean días de fiesta, a principio de mes y al presentarme ofrendas. Cuando lo hagan, yo me acordaré de ustedes».
La nube que estaba sobre el santuario del pacto se levantó el día veinte del mes de Ziv, del segundo año. Ese día, tal como Dios les había ordenado por medio de Moisés, los israelitas se levantaron y siguieron la nube desde el desierto de Sinaí hasta el desierto de Parán.
Las tribus de Israel, con sus respectivos jefes, marcharon en el siguiente orden:
La tribu de Judá, con su jefe Nahasón;
la tribu de Isacar, con su jefe Natanael;
la tribu de Zabulón, con su jefe Eliab;
la tribu de Rubén, con su jefe Elisur;
la tribu de Simeón, con su jefe Selumiel;
la tribu de Gad, con su jefe Eliasaf;
la tribu de Efraín, con su jefe Elisamá;
la tribu de Manasés, con su jefe Gamaliel;
la tribu de Benjamín, con su jefe Guidoní;
la tribu de Dan, con su jefe Ahiézer;
la tribu de Aser, con su jefe Paguiel y
la tribu de Neftalí, con su jefe Ahirá.
Entre las tribus de Zabulón y de Rubén marchaban los descendientes de Guersón y Merarí. Ellos eran los encargados de desarmar el santuario y de transportarlo por el camino, pues eran los únicos que podían hacerlo.
Entre las tribus de Gad y de Efraín marchaban los descendientes de Quehat. Ellos eran los encargados de llevar todos los utensilios del santuario. Como venían atrás, llegaban a donde iban a acampar y encontraban armado el santuario.
Siempre que los israelitas tenían que ponerse en marcha, iban en ese orden.