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Ezequiel 24:1-14

Ezequiel 24:1-14 TLA

Habían pasado nueve años desde que llegamos presos a Babilonia. Era el día diez del mes de Tébet cuando Dios me dijo: «Ezequiel, toma nota de esta fecha, porque hoy mismo el rey de Babilonia ha empezado su ataque contra Jerusalén. Quiero que vayas a ver a los israelitas, y que delante de ellos hagas lo siguiente: Pon una olla en el fuego, y llénala de agua para cocinar carne. Echa en ella lo mejor de la pierna, del lomo y de los huesos. Échale leña al fuego, para que se cueza bien todo. Cuando termines, dales este mensaje de mi parte: “¡Ay de ti, ciudad asesina! Eres como una olla oxidada, que no se puede limpiar. Saca ahora los trozos de carne, no importa el orden en que salgan. ¡Estás toda manchada de sangre! A la gente que mataste la estrellaste contra las rocas; ¡no dejaste que esa sangre la absorbiera la tierra! Pero yo dejaré que la sangre se seque sobre la roca desnuda. Así podré verla siempre, y no se calmará mi enojo hasta que haya hecho justicia. Les juro que así será. ”¡Ay de ti, ciudad asesina! Yo mismo traeré la leña. Y tú, Ezequiel, ¡atiza el fuego! Que se cueza bien la carne, hasta que el caldo se consuma y los huesos se quemen por completo. Pon sobre el fuego la olla vacía, para que el cobre se caliente. Así se pondrá al rojo vivo, y el óxido se le quitará. ¡Aunque es tanto el óxido que tiene que ni con fuego se le quitará! ”Tú, Jerusalén, eres como una olla oxidada. Tienes tan pegado tu pecado, que aunque quise limpiarte no quedaste limpia. Solo quedarás limpia después de que te haya castigado. De eso me encargaré yo mismo. No voy a cambiar de parecer. Voy a castigarte sin piedad ni compasión, por todo lo que has hecho. Te juro que lo haré; ya he dado mi palabra, y la cumpliré”».

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