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Ezequiel 20:1-26

Ezequiel 20:1-26 TLA

Habían pasado siete años desde que habíamos sido llevados presos a Babilonia. El día diez del mes de Ab de ese año, algunos de los jefes de Israel vinieron a verme para consultar a Dios. En cuanto se sentaron delante de mí, Dios me dijo: «Ezequiel, hombre mortal, habla con los jefes de Israel y dales de mi parte el siguiente mensaje: “Ustedes vienen a consultarme, para que les diga lo que deben hacer. Pero les juro que no les diré nada. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra”. »Lo mejor será que tú te encargues de juzgarlos y les hagas ver lo mal que se portaron sus antepasados. Diles de mi parte lo que voy a contarte: »El día que yo elegí a Israel, le juré seriamente que yo sería el Dios de sus descendientes. Luego me di a conocer a ellos en Egipto, y les repetí mi juramento. Les dije que yo soy su Dios. Ese mismo día les prometí sacarlos de Egipto y llevarlos al país que yo mismo había buscado para ellos, ¡una tierra muy bella y fértil, donde siempre hay abundancia de alimentos! A todos ellos les ordené que tiraran los ídolos odiosos que tanto querían, y que no tuvieran nada que ver con los malolientes ídolos egipcios, porque el Dios de Israel soy yo. »Pero ellos fueron rebeldes y no me obedecieron. Ninguno de ellos tiró sus odiosos ídolos, ni renunció a los malolientes ídolos egipcios. »Yo estaba tan enojado que, para desahogarme, quise castigarlos allí en Egipto. Si no lo hice, fue por respeto a mí mismo y para que no hablaran mal de mí los pueblos entre los cuales vivían los israelitas. Y es que yo me di a conocer a los israelitas, y los saqué de Egipto, en presencia de esos pueblos. »Fue entonces cuando los llevé al desierto. Allí les di todos mis mandamientos, que dan vida a quienes los obedecen. También les dije que el día sábado me pertenece, y que en ese día debían adorarme. Así reconocerían que yo soy su Dios. Pero ellos se rebelaron contra mí allá en el desierto; no obedecieron mis mandamientos, que dan vida a quienes los obedecen, ni me adoraron el día sábado. »Yo estaba tan enojado que, para desahogarme, quise acabar con ellos en el desierto. Si no lo hice, fue por respeto a mí mismo, y para que no hablaran mal de mí los pueblos que me vieron sacarlos de Egipto. También allí, en el desierto, les juré seriamente que no los llevaría a la tierra que les había dado, esa tierra bella y fértil, donde siempre hay abundancia de alimentos. Pero ellos, en vez de obedecer mis mandamientos, los rechazaron; en vez de adorarme el día sábado, siguieron adorando a sus ídolos malolientes. »A pesar de todo, yo les tuve compasión y no los destruí en el desierto; pero a sus hijos les advertí que no siguieran el mal ejemplo de sus padres, ni tuvieran nada que ver con sus ídolos malolientes. »Yo soy el Dios de Israel. Por eso les pedí que obedecieran todos mis mandamientos, y que me adoraran el día sábado, como señal de que me reconocían como su Dios. Sin embargo, ellos fueron rebeldes. No obedecieron mis mandamientos, que dan vida a quienes los obedecen, ni me adoraron el día sábado. »Yo estaba tan enojado que, para desahogarme, allí en el desierto quise acabar con ellos. Si no lo hice, fue por respeto a mí mismo, y para que no hablaran mal de mí los pueblos que me vieron sacarlos de Egipto. También allí, en el desierto, les juré seriamente que los dispersaría por todas las naciones del mundo, porque ellos no obedecieron mis mandamientos ni me adoraron el día sábado, sino que siguieron adorando a los ídolos malolientes que adoraron sus antepasados. »Llegué al extremo de dejarlos seguir leyes que no eran buenas y mandamientos que no les daban vida. Dejé que presentaran a sus hijos mayores como ofrenda a sus ídolos. Lo hice para luego rechazarlos y ver si así se llenaban de horror y reconocían que yo soy su Dios.

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