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Apocalipsis 9:1-11

Apocalipsis 9:1-11 RVC

Cuando el quinto ángel tocó su trompeta, vi que una estrella cayó del cielo a la tierra, y que se le dio la llave del profundo abismo. El ángel abrió las profundidades del abismo, y de allí salió humo, como de un horno enorme, y ese humo hizo que el sol y el aire se oscurecieran. Del humo salieron también langostas, que infestaron la tierra; y se les dio el mismo poder que tienen los escorpiones de la tierra, pero con la orden de no dañar la hierba ni los árboles, ni nada que tuviera verdor, sino solo a quienes no tuvieran en la frente el sello de Dios. No se les permitió matar a nadie, sino solo hacer sufrir a la gente durante cinco meses con el mismo dolor de una picadura de escorpión. Durante ese tiempo la gente intentará morir, pero no lo conseguirá; deseará la muerte, pero esta huirá de ellos. Las langostas tenían el aspecto de caballos preparados para la guerra; en la cabeza llevaban algo parecido a una corona de oro, y sus caras eran semejantes a los rostros humanos. Sus crines parecían cabelleras de mujer, y sus dientes eran como los colmillos de los leones. Su caparazón parecía una coraza de hierro, y con sus alas producían un estruendo semejante al de muchos carros y caballos que corren a la batalla. Sus colas y aguijones eran como de escorpiones, y con su cola podían dañar a la gente durante cinco meses. El rey que las gobierna es el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.

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