El impío daña a su prójimo con sus labios, pero a los justos los salva la sabiduría. Si a los justos les va bien, la ciudad se alegra; también hay fiesta cuando los impíos perecen. La bendición de los justos enaltece a la ciudad; la boca de los impíos la trastorna. El falto de cordura menosprecia a su prójimo; el hombre prudente sabe guardar silencio. Quien es chismoso da a conocer el secreto; quien es ecuánime es también reservado. Cuando no hay buen guía, la gente tropieza; la seguridad depende de los muchos consejeros. Avala a un extraño y vivirás angustiado; evita dar fianzas y vivirás tranquilo.
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