¿Qué diré, entonces? Pues que a pesar de todo, y de todas maneras, sea por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado. Y en esto me gozo, y me gozaré aún.
Yo sé que por la oración de ustedes, y con el apoyo del Espíritu de Jesucristo, esto redundará en mi liberación,
conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado, sino que con toda confianza, y como siempre, también ahora Cristo será magnificado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte.
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Pero si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.
Por ambas cosas me encuentro en un dilema, pues tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
pero quedarme en la carne es más necesario por causa de ustedes.
Y confío en esto, y sé que me quedaré, que aún permaneceré con todos ustedes, para su provecho y gozo de la fe,
para que abunde su vanagloria por mí en Cristo Jesús, por mi presencia otra vez entre ustedes.
Solo compórtense ustedes como es digno del evangelio de Cristo, para que ya sea que vaya a verlos, o que me encuentre ausente, sepa yo que ustedes siguen firmes, en un mismo espíritu y luchando unánimes por la fe del evangelio,
sin que en nada los intimiden los que se oponen. Para ellos, ciertamente, es indicio de perdición, pero para ustedes lo es de salvación; y esto de parte de Dios.
Porque, por causa de Cristo, a ustedes les es concedido no solo creer en él, sino también padecer por él
y tener el mismo conflicto que han visto en mí, y que ahora saben que hay en mí.