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San Marcos 1:21-37

San Marcos 1:21-37 RVC

Llegaron a Cafarnaún, y en cuanto llegó el día de reposo, Jesús fue a la sinagoga y se dedicó a enseñar. La gente se admiraba de sus enseñanzas, porque enseñaba como corresponde a quien tiene autoridad, y no como los escribas. De pronto, un hombre que tenía un espíritu impuro comenzó a gritar en la sinagoga: «Oye, Jesús de Nazaret, ¿qué tienes contra nosotros? ¿Has venido a destruirnos? ¡Yo sé quién eres tú! ¡Eres el Santo de Dios!» Pero Jesús lo reprendió, y le dijo: «¡Cállate, y sal de ese hombre!» El espíritu impuro sacudió al hombre con violencia y, gritando con todas sus fuerzas, salió de aquel hombre. Todos quedaron muy asombrados, y se preguntaban unos a otros: «¿Y esto qué es? ¿Acaso es una nueva enseñanza? ¡Con toda autoridad manda incluso a los espíritus impuros, y estos lo obedecen!» Y muy pronto la fama de Jesús se difundió por toda la provincia de Galilea. En cuanto salieron de la sinagoga, Jesús fue con Jacobo y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama porque tenía fiebre, y enseguida le hablaron de ella. Jesús se acercó y, tomándola de la mano, la ayudó a levantarse. Al instante la fiebre se le fue, y ella comenzó a atenderlos. Al anochecer, cuando el sol se puso, llevaron a Jesús a todos los que estaban enfermos y endemoniados. Toda la ciudad se agolpaba ante la puerta, y Jesús sanó a muchos que sufrían de diversas enfermedades, y también expulsó a muchos demonios, aunque no los dejaba hablar porque lo conocían. Muy de mañana, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó y se fue a un lugar apartado para orar. Simón y los que estaban con él comenzaron a buscarlo, y cuando lo encontraron le dijeron: «Todos te están buscando.»