Moisés tomó entonces el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todo lo que en él había, y lo santificó. Siete veces roció el aceite sobre el altar, y ungió el altar y todos sus utensilios, lo mismo que la fuente y su base, para santificarlos. Luego derramó algo del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo. Después hizo que los hijos de Aarón se acercaran, y les puso las túnicas, les ciñó los cintos y les ajustó las tiaras, tal y como el Señor se lo había ordenado. Luego Moisés mandó traer el becerro de la expiación, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza de ese becerro y Moisés lo degolló; luego tomó la sangre y con su dedo la untó sobre los cuernos del altar y alrededor del altar, y así lo purificó. El resto de la sangre la echó al pie del altar, y santificó el altar para realizar allí la reconciliación. Después Moisés tomó toda la grasa que recubría los intestinos, la grasa del hígado, y los dos riñones con su grasa, y todo esto lo quemó sobre el altar. El becerro y su piel, y su carne y estiércol, Moisés los quemó fuera del campamento, tal y como el Señor se lo había ordenado.
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