Las familias de la tribu de Efraín hablaron con Gedeón y duramente le reprocharon:
«¿Por qué no nos llamaste cuando fuiste a pelear contra Madián?»
Gedeón les respondió:
«Lo que yo hice no tiene comparación, si se compara con lo que hicieron ustedes. Lo que aún queda en sus campos es mejor que la cosecha de Abiezer.
Dios les entregó a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; por eso, lo que yo hice no es comparable con lo que ustedes hicieron.»
En cuanto Gedeón dijo esto, el enojo de los efrainitas se aplacó.
Entonces Gedeón y sus trescientos hombres regresaron y cruzaron el Jordán; y como estaban muy cansados por perseguir a sus enemigos,
les dijo a los habitantes de Sucot:
«Yo les ruego que den a mi gente algo de comer, porque están muy cansados. Estamos persiguiendo a Zebaj y Salmuná, los reyes de Madián.»
Pero los jefes de Sucot le respondieron:
«¿Y acaso ya venciste a Zebaj y a Salmuná, para que alimentemos a tu ejército?»
Gedeón respondió:
«Aún no, pero cuando el Señor nos los entregue, vendré y trituraré los cuerpos de ustedes con espinos y abrojos del desierto.»
De Sucot, Gedeón fue a Peniel, y allí también pidió comida para su ejército. Pero la gente de Peniel le respondió lo mismo que la de Sucot.
Gedeón entonces les dijo:
«Cuando regrese victorioso, derribaré esta torre.»
Zebaj y Salmuná estaban en Carcor, con un ejército como de quince mil hombres, que eran todos los que habían quedado del numeroso ejército de los pueblos del oriente, pues en la batalla habían caído ciento veinte mil guerreros.
Gedeón avanzó por el camino de los que vivían al oriente de Nobaj y de Yogbeá, y atacó el campamento cuando el ejército estaba desprevenido.
Entonces Zebaj y Salmuná huyeron, y Gedeón los persiguió hasta echarles mano. Ante esto, su ejército se llenó de espanto.
Al amanecer, Gedeón regresó de la batalla
y capturó a un joven de Sucot, al que le hizo algunas preguntas. El joven le dio por escrito los nombres de los jefes y de los setenta y siete ancianos de Sucot,
y con eso Gedeón se presentó ante los jefes de Sucot y les dijo:
«Aquí tienen a Zebaj y a Salmuná. Ustedes me preguntaron: “¿Ya venciste a Zebaj y a Salmuná para que alimentemos a tu ejército?” ¡Eso es una ofensa!»
Entonces Gedeón tomó espinos y abrojos del desierto, y con ellos castigó a los ancianos de Sucot.
Además, derribó la torre de Peniel y mató a sus habitantes.
A Zebaj y a Salmuná les preguntó:
«¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron en Tabor?»
Ellos le respondieron:
«Se parecían a ti. Cada uno de ellos parecía ser hijo de un rey.»
Y Gedeón les dijo:
«¡Eran mis hermanos, hijos de mi propia madre! ¡El Señor me es testigo de que, si los hubieran dejado vivir, yo les hubiera perdonado la vida a ustedes!»
A Jéter, su primogénito, le dijo:
«¡Levántate, y mátalos!»
Pero el joven, aún de corta edad, tuvo miedo y no desenvainó su espada.
Entonces Zebaj y Salmuná le dijeron a Gedeón:
«¡Pues mátanos tú, ya que eres tan valiente!»
Y Gedeón se levantó y mató a Zebaj y a Salmuná, y se adueñó de los adornos de lunetas que pendían del cuello de sus camellos.
Luego, los israelitas le dijeron a Gedeón:
«Queremos que tú y tu familia sean nuestros jefes, puesto que nos libraste de los madianitas.»
Pero Gedeón les respondió:
«Ni yo ni mi familia seremos los jefes de ustedes. Será el Señor quien los gobierne.»
Y como ellos traían aretes de oro, pues eran ismaelitas, Gedeón les dijo:
«Quiero pedirles algo. Deme cada uno de ustedes los aretes de su botín.»
Y ellos, tendiendo un manto, echaron sobre él los aretes del botín y dijeron:
«Con mucho gusto te los daremos.»
Y el oro de los aretes llegó casi a diecinueve kilos, sin contar las placas, las joyas pequeñas y los vestidos de púrpura que traían los reyes de Madián, ni los collares que traían colgados los camellos.
Con todo ese oro Gedeón hizo un efod y lo guardó en Ofrá, que era su ciudad. Pero cuando los israelitas vieron el efod, se corrompieron y le rindieron culto en ese lugar. Esto fue como una trampa para Gedeón y su familia.
Así fue como Madián fue sometido por los israelitas, y nunca más levantó cabeza. Y mientras vivió Gedeón, hubo paz en la tierra durante cuarenta años.
Después de eso Gedeón hijo de Joás, también llamado Yerubaal, se regresó a su casa.