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Jueces 4:1-8

Jueces 4:1-8 RVC

Después de la muerte de Aod, los israelitas volvieron a hacer lo malo a los ojos del Señor. Por eso el Señor los dejó caer en manos de Jabín, el rey cananeo que reinaba en Jazor. El capitán del ejército enemigo se llamaba Sísara, y vivía en Jaroset Goyín. Entonces los israelitas clamaron al Señor para que los librara, pues Jabín tenía novecientos carros de hierro y durante veinte años había oprimido cruelmente a los israelitas. En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era mujer de Lapidot. Débora acostumbraba sentarse bajo una palmera que estaba entre Ramá y Betel, en el monte de Efraín. Los israelitas iban a ese lugar, conocido como «La palmera de Débora», para que les hiciera justicia. Un día, Débora mandó llamar a Barac hijo de Abinoán, quien era de Cedes de Neftalí. Cuando Barac llegó, ella le preguntó: «El Señor y Dios de Israel te ha dado una orden, ¿no es verdad? Te ha dicho: “Ve y reúne a tu gente en el monte Tabor. Toma diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. Yo voy a hacer que Sísara, el capitán del ejército de Jabín, vaya al arroyo de Cisón con sus carros y su ejército, y allí lo entregaré en tus manos.”» Y Barac le respondió: «Iré, si tú vas conmigo. Si no vas conmigo, no iré.»

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