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Génesis 41:1-25

Génesis 41:1-25 RVC

Dos años después, sucedió que el faraón tuvo un sueño, en el que se veía de pie, junto al río. Del río salían siete vacas, muy hermosas y gordas, que se alimentaban de los pastos. Tras ellas salían del río otras siete vacas, muy flacas y feas, que se pararon a la orilla del río, cerca de las vacas hermosas, ¡y las vacas flacas y feas se comían a las siete vacas hermosas y gordas! Y el faraón se despertó. Pero volvió a dormirse, y la segunda vez soñó que de una sola caña crecían siete espigas, muy hermosas y llenas de trigo, y que tras ellas salían otras siete espigas, delgadas y marchitadas por el viento solano; ¡y las siete espigas delgadas se comían a las siete espigas hermosas y llenas de trigo! Y el faraón se despertó, y vio que solo era un sueño. Por la mañana el faraón estaba muy agitado, y mandó llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios; y el faraón les contó sus sueños, pero no había quien se los pudiera interpretar. Entonces el jefe de los coperos habló con el faraón y le dijo: «Ahora me acuerdo de que he fallado. Cuando Su Majestad se enojó contra el jefe de los panaderos y contra mí, sus siervos, nos mandó a la prisión en la casa del capitán de la guardia. Y en una misma noche él y yo tuvimos un sueño, y cada sueño tenía su propio significado. Allí, con nosotros, estaba un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y cuando le contamos nuestros sueños, él nos interpretó lo que cada uno había soñado. Y resultó que todo sucedió tal y como él nos los interpretó: yo fui restituido a mi puesto, y el otro fue enviado a la horca.» El faraón mandó entonces llamar a José. Con mucha prisa lo sacaron de la cárcel, y él se afeitó y se cambió de ropa, y se presentó ante el faraón. El faraón le dijo: «He tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Pero he oído decir que tú oyes un sueño y lo puedes interpretar.» José le respondió al faraón: «No depende de mí. Pero Dios dará al faraón una respuesta propicia.» Entonces el faraón le dijo: «En mi sueño, yo me veía de pie, a la orilla del río. Del río salieron siete vacas muy gordas y hermosas, que se alimentaban de los pastos. Detrás de ellas salieron otras siete vacas, muy flacas y feas. ¡Estaban tan flacas, que no he visto otras tan feas en toda la tierra de Egipto! Y las vacas flacas y feas se comían a las primeras siete vacas gordas, y estas entraban en su panza, y nadie podía saber que las tuvieran adentro, porque se veían igual de flacas, como al principio. Entonces desperté. En mis sueños también vi que siete espigas, llenas de trigo y hermosas, crecían de un mismo tallo. Tras ellas crecían otras siete espigas, delgadas y marchitadas por el viento solano, ¡y las espigas delgadas se comían a las siete espigas hermosas! Les he dicho esto a los magos, pero no hay quien me lo interprete.» José le respondió al faraón: «El sueño de mi señor el faraón es uno solo. Dios le ha hecho saber lo que él está por hacer.