Entonces, del polvo de la tierra Dios el Señor formó al hombre, e infundió en su nariz aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser con vida.
Y Dios el Señor plantó un huerto en Edén, al oriente, y allí puso al hombre que había formado.
De la tierra, Dios el Señor hizo crecer todo árbol deleitable a la vista y bueno para comer; también estaban en medio del huerto el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
De Edén salía un río que regaba el huerto, y de allí se dividía en otros cuatro ríos.
Uno de ellos se llama Pisón, y es el que rodea toda la tierra de Javilá, donde hay oro.
El oro de esa tierra es bueno, y allí también hay bedelio y ónice.
El segundo río se llama Guijón, y es el que rodea toda la tierra de Cus.
El tercer río se llama Hidekel, y es el que corre al oriente de Asiria. El cuarto río es el Éufrates.
Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.
Y Dios el Señor dio al hombre la siguiente orden: «Puedes comer de todo árbol del huerto,
pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque el día que comas de él ciertamente morirás.»
Después Dios el Señor dijo: «No está bien que el hombre esté solo; le haré una ayuda a su medida.»
Y así, Dios el Señor formó de la tierra todos los animales del campo, y todas las aves de los cielos, y se los llevó a Adán para ver qué nombre les pondría; y el nombre que Adán les puso a los animales con vida es el nombre que se les quedó.
Adán puso nombre a todos los animales y a las aves de los cielos, y a todo el ganado del campo, pero para Adán no se halló una ayuda a su medida.
Entonces Dios el Señor hizo que Adán cayera en un sueño profundo y, mientras este dormía, le sacó una de sus costillas, y luego cerró esa parte de su cuerpo.
Con la costilla que sacó del hombre, Dios el Señor hizo una mujer, y se la llevó al hombre.
Entonces Adán dijo: «Esta es ahora carne de mi carne y hueso de mis huesos; será llamada “mujer”, porque fue sacada del hombre.»
Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán un solo ser.
Y aunque Adán y su mujer andaban desnudos, no se avergonzaban de andar así.