La gente se agolpó contra ellos; los magistrados les rasgaron las ropas, y ordenaron que se les azotara con varas. Después de darles muchos azotes, los arrojaron en la cárcel y le ordenaron al carcelero que los mantuviera constantemente vigilados. Al recibir esta orden, el carcelero los metió en el último calabozo, y les sujetó los pies en el cepo. A la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras los presos los escuchaban. De pronto hubo un terremoto, tan violento que los cimientos de la cárcel se estremecieron. Al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. El carcelero despertó, y cuando vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y quiso matarse, pues pensaba que los presos habían huido. Pero con fuerte voz Pablo le dijo: «¡No te hagas ningún daño, que todos estamos aquí!» Entonces el carcelero pidió una luz y, temblando de miedo, corrió hacia dentro y se echó a los pies de Pablo y de Silas; luego los sacó y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?»
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Este devocional está basado en el tema musical "Caerán" de Natanael y Giovanna, una canción que fue inspirada por la vivencia personal de Natanael cuando fue sometido a una operación de sus cuerdas vocales. En ese proceso de incertidumbre y con el pronóstico de que no podría continuar con el canto, decidió darle su mejor adoración a Dios y honrarlo con su fe.
Mientras muchas corrientes dicen “ni perdón ni olvido”, en la palabra de Dios encontramos un llamado a perdonar. En esta serie “Perdonados para perdonar” profundizaremos en qué dice Jesús sobre el perdón, qué hacer cuando somos ofendidos y cómo debemos honrar cada una de nuestras relaciones.
Decimos que servimos a un «Dios de Avivamiento». Sin embargo, ¿cómo se ve realmente ese Avivamiento? ¿Cómo podemos encontrarlo en nuestras propias vidas y permitir que se extienda más allá de nosotros? A lo largo de Hechos y el Nuevo Testamento, Dios nos da vislumbres de Sus intenciones de Avivamiento y de cómo podemos unirnos a Él para llevar Su Avivamiento dondequiera que vayamos.
"Cristo nuestra vida" enseña que la vida cristiana no se basa en el esfuerzo humano, sino en permitir que la vida de Cristo, se exprese a través de él. Cristo no sólo salva, sino que gobierna como cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Esta vida produce frutos, no por obligación, sino como resultado natural de su presencia. Vivir bajo su gobierno es un privilegio, y nuestra vida refleja su obra, no para ganarnos nada, sino como expresión de su gracia y vida en nosotros.
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