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1 Samuel 14:6-23

1 Samuel 14:6-23 RVC

Entonces Jonatán le dijo a su escudero: «Ven, vamos a pasar a la guarnición de estos incircuncisos, y espero que el Señor nos ayude. Para él no es difícil vencer al enemigo con muchos hombres o con pocos.» Su escudero le respondió: «Haz todo lo que tienes pensado hacer. Adelante, que estoy contigo y te apoyo en todo.» Y Jonatán le dijo: «Acerquémonos, para que nos vean esos hombres. Si al vernos nos dicen que los esperemos aquí, entonces nos quedaremos y no subiremos. Pero si nos dicen que vayamos a donde ellos están, vayamos; esa será la señal de que el Señor los ha entregado en nuestras manos.» Salieron entonces de su escondite, para que los vieran los filisteos que estaban en la guarnición; y estos, al verlos, dijeron: «Miren, ¡los hebreos ya están saliendo de las cuevas donde estaban escondidos!» Y desde la guarnición les gritaron: «Vengan acá, con nosotros. Queremos decirles una cosa.» Entonces Jonatán le dijo a su escudero: «Ven, sígueme, que el Señor los ha puesto en manos de Israel.» Y subió Jonatán, trepando con manos y pies, y seguido por su escudero, y empezó a luchar contra los filisteos; a los que caían delante de él, su escudero los remataba. En esa primera lucha mataron como a veinte hombres, en un espacio reducido. Entonces el pánico se apoderó de todo el campamento, en el campo y en toda la guarnición; y cuando lo supieron los espías, también se llenaron de miedo; y el pánico aumentó porque hubo un temblor de tierra. Desde Gabaa de Benjamín los centinelas de Saúl vieron cómo la multitud de filisteos corría desconcertada de un lado para otro, en completo desorden. Entonces Saúl dijo a los que estaban con él: «Pasen revista. Veamos quién de los nuestros se fue.» Al pasar revista, se dieron cuenta de que faltaban Jonatán y su escudero. Entonces Saúl le dijo a Ajías: «Trae el arca de Dios.» En ese entonces el arca de Dios estaba con el pueblo de Israel. Y mientras Saúl hablaba con el sacerdote, el desorden que había en el campamento de los filisteos iba en aumento. Entonces Saúl le dijo al sacerdote: «Espera, no la traigas.» Y Saúl reunió al pueblo que estaba con él, y fueron al campo de batalla, y allí vieron que los filisteos estaban tan confundidos que unos a otros se atacaban con sus espadas. Además, los hebreos que desde hacía mucho tiempo habían vivido entre los filisteos, y que luchaban en su ejército, se pusieron a favor de los israelitas y se pasaron al bando de Saúl y Jonatán. Lo mismo pasó con todos los israelitas que estaban escondidos en los montes de Efraín: cuando supieron que los filisteos huían, también bajaron a perseguirlos. La batalla llegó hasta Bet Avén, y así salvó el Señor al pueblo de Israel.