Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.
Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
Pero la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho.
A uno el Espíritu le da palabra de sabiduría; a otro, el mismo Espíritu le da palabra de ciencia;
a otro, el mismo Espíritu le da fe; y a otro, dones de sanidades;
a otro más, el don de hacer milagros; a otro, el don de profecía; a otro, el don de discernir los espíritus; a otro, el don de diversos géneros de lenguas; y a otro, el don de interpretar lenguas;
pero todo esto lo hace uno y el mismo Espíritu, que reparte a cada uno en particular, según su voluntad.
Porque así como el cuerpo es uno solo, y tiene muchos miembros, pero todos ellos, siendo muchos, conforman un solo cuerpo, así también Cristo es uno solo.
Por un solo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, tanto los judíos como los no judíos, lo mismo los esclavos que los libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Además, el cuerpo no está constituido por un solo miembro, sino por muchos.