El SEÑOR ordenó a Moisés que dijera a Aarón, a sus hijos y a todos los israelitas: «Si alguno de ustedes, sea israelita o extranjero residente en Israel, presenta un holocausto al SEÑOR para cumplir una promesa, o como ofrenda voluntaria, para que sea aceptado deberá presentar un macho sin defecto de entre el ganado vacuno, ovino o cabrío. No presenten ningún animal que tenga algún defecto, porque no se les aceptará. Si alguien, para cumplir una promesa especial o como ofrenda voluntaria, presenta al SEÑOR ganado vacuno u ovino como sacrificio de comunión, para que el animal sea aceptado no deberá tener ningún defecto. No deberán presentarle al SEÑOR, como ofrenda puesta al fuego, animales ciegos, cojos, mutilados, llagados, sarnosos ni con llagas supurantes. No ofrecerán en el altar ningún animal así. Podrán presentar como ofrenda voluntaria una res o una oveja deforme o enana, pero tal ofrenda no será aceptada en cumplimiento de una promesa. No ofrecerán al SEÑOR ningún animal con los testículos lastimados, magullados, cortados o arrancados. No harán esto en su tierra. No recibirán de manos de un extranjero animales así, para ofrecerlos como alimento del Dios de ustedes. No se les aceptarán porque son deformes y tienen defectos».
El SEÑOR dijo a Moisés: «Cuando nazca un ternero, un cordero o un cabrito, se quedará con su madre durante siete días. Del octavo día en adelante será aceptable al SEÑOR como ofrenda puesta al fuego. No degollarán el mismo día una vaca o una oveja con su cría.
»Cuando sacrifiquen una ofrenda de acción de gracias al SEÑOR, háganlo de tal modo que les sea aceptada. Deberá comerse ese mismo día, sin dejar nada para el siguiente. Yo soy el SEÑOR.
»Obedezcan mis mandamientos y pónganlos por obra. Yo soy el SEÑOR. No profanen mi santo nombre, sino reconózcanme como santo en medio de los israelitas. Yo soy el SEÑOR, que los consagra para mí. Yo los saqué de Egipto para ser su Dios. Yo soy el SEÑOR».