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2 Crónicas 33:1-24

2 Crónicas 33:1-24 NVI

Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Pero Manasés hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, pues practicaba las repugnantes ceremonias de las naciones que el SEÑOR había expulsado delante de los israelitas. Reconstruyó los altares paganos que su padre Ezequías había derribado; además, edificó otros altares en honor de los baales e hizo imágenes de la diosa Aserá. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. Construyó altares en el Templo del SEÑOR, lugar del cual el SEÑOR había dicho: «En Jerusalén estará mi Nombre por siempre». En ambos atrios del Templo del SEÑOR construyó altares en honor de los astros del cielo. Sacrificó en el fuego a sus hijos en el valle de Ben Hinón, practicó la adivinación, la agorería y la hechicería; además consultó a médiums y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al SEÑOR, provocando así su ira. Tomó la imagen del ídolo que había hecho y la puso en el Templo de Dios, lugar del cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre. Nunca más arrojaré a los israelitas de la tierra en que establecí a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que les he ordenado, es decir, toda la Ley, los estatutos y las ordenanzas que les di por medio de Moisés». Manasés descarrió a los habitantes de Judá y de Jerusalén, de modo que se condujeron peor que las naciones que el SEÑOR destruyó delante de ellos. El SEÑOR habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso. Por eso el SEÑOR envió contra ellos a los comandantes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce. Estando en tal aflicción, imploró al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y se humilló profundamente ante él. Oró al SEÑOR, y él escuchó sus súplicas y le permitió regresar a Jerusalén y volver a reinar. Así Manasés reconoció que solo el SEÑOR es Dios. Después de esto, Manasés construyó una alta muralla exterior en la Ciudad de David, la cual iba desde el oeste de Guijón, en el valle, hasta la puerta de los Pescados, y rodeaba Ofel. Además, colocó comandantes militares en todas las ciudades fortificadas de Judá y sacó del Templo del SEÑOR los dioses extranjeros y el ídolo, arrojando fuera de la ciudad todos los altares que había construido en el monte del Templo del SEÑOR y en Jerusalén. Luego reconstruyó el altar del SEÑOR, y en él ofreció sacrificios de comunión y de acción de gracias, y ordenó a Judá que sirviera al SEÑOR, Dios de Israel. Sin embargo, el pueblo siguió ofreciendo sacrificios en los altares paganos, aunque se los ofrecían solo al SEÑOR su Dios. Los demás acontecimientos del reinado de Manasés, incluso su oración a Dios y las palabras de los videntes que le hablaban en nombre del SEÑOR, Dios de Israel, están escritos en las crónicas de los reyes de Israel. Su oración y la respuesta que recibió, como también todos sus pecados y rebeldías, los sitios donde erigió altares paganos y colocó las imágenes de la diosa Aserá y de otros ídolos, lo cual hizo antes de su humillación, todo esto está escrito en las crónicas de Jozay. Manasés murió y fue sepultado en su palacio; luego su hijo Amón lo sucedió en el trono. Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén dos años. Pero hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como lo había hecho su padre Manasés: ofreció sacrificios a todos los ídolos que había hecho su padre y los adoró. Pero a diferencia de su padre Manasés, no se humilló ante el SEÑOR, sino que multiplicó su culpa. Los ministros de Amón conspiraron contra él y lo asesinaron en su palacio.