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Marcos 15:33-47

Marcos 15:33-47 NTV

Al mediodía, la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde. Luego, a las tres de la tarde, Jesús clamó con voz fuerte: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Algunos que pasaban por allí entendieron mal y pensaron que estaba llamando al profeta Elías. Uno de ellos corrió y empapó una esponja en vino agrio, la puso sobre una caña de junco y la levantó para que él pudiera beber. «¡Esperen! —dijo—. ¡A ver si Elías viene a bajarlo!». Entonces Jesús soltó otro fuerte grito y dio su último suspiro. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El oficial romano que estaba frente a él, al ver cómo había muerto, exclamó: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!». Algunas mujeres miraban de lejos, entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José), y Salomé. Eran seguidoras de Jesús y lo habían cuidado mientras estaba en Galilea. También estaban allí muchas otras mujeres que habían venido con él a Jerusalén. Todo eso sucedió el viernes —el día de preparación— anterior al día de descanso. Al acercarse la noche, José de Arimatea se arriesgó y fue a ver a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. (José era miembro honorable del Concilio Supremo y esperaba la venida del reino de Dios). Pilato no podía creer que Jesús ya hubiera muerto, así que llamó al oficial romano y le preguntó si ya había muerto. El oficial lo confirmó, así que Pilato le dijo a José que podía llevarse el cuerpo. José compró un largo lienzo de lino. Luego bajó el cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió en el lienzo y lo colocó en una tumba que había sido tallada en la roca. Después hizo rodar una piedra en la entrada. María Magdalena y María, la madre de José, vieron dónde ponían el cuerpo de Jesús.