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Mateo 26:17-46

Mateo 26:17-46 NTV

El primer día del Festival de los Panes sin Levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? —Al entrar en la ciudad —les dijo—, verán a cierto hombre. Díganle: “El Maestro dice: ‘Mi tiempo ha llegado y comeré la cena de Pascua con mis discípulos en tu casa’”. Entonces los discípulos hicieron como Jesús les dijo y prepararon la cena de Pascua allí. Al anochecer, Jesús se sentó a la mesa con los Doce. Mientras comían, les dijo: —Les digo la verdad, uno de ustedes me traicionará. Ellos, muy afligidos, le preguntaron uno por uno: —¿Seré yo, Señor? Jesús contestó: —Uno de ustedes que acaba de comer de este plato conmigo me traicionará. Pues el Hijo del Hombre tiene que morir, tal como lo declararon las Escrituras hace mucho tiempo. ¡Pero qué terrible será para el que lo traiciona! ¡Para ese hombre sería mucho mejor no haber nacido! Judas, el que lo iba a traicionar, también preguntó: —¿Seré yo, Rabí? Y Jesús le dijo: —Tú lo has dicho. Mientras comían, Jesús tomó un poco de pan y lo bendijo. Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Tómenlo y cómanlo, porque esto es mi cuerpo». Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios por ella. Se la dio a ellos y dijo: «Cada uno de ustedes beba de la copa, porque esto es mi sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio para perdonar los pecados de muchos. Acuérdense de lo que les digo: no volveré a beber vino hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre». Luego cantaron un himno y salieron al monte de los Olivos. En el camino, Jesús les dijo: «Esta noche, todos ustedes me abandonarán, porque las Escrituras dicen: “Dios golpeará al Pastor, y las ovejas del rebaño se dispersarán”. Sin embargo, después de ser levantado de los muertos, iré delante de ustedes a Galilea y allí los veré». Pedro declaró: —Aunque todos te abandonen, yo jamás te abandonaré. Jesús respondió: —Te digo la verdad, Pedro: esta misma noche, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces. —¡No! —insistió Pedro—. Aunque tenga que morir contigo, ¡jamás te negaré! Y los demás discípulos juraron lo mismo. Entonces Jesús fue con ellos al huerto de olivos llamado Getsemaní y dijo: «Siéntense aquí mientras voy allí para orar». Se llevó a Pedro y a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y comenzó a afligirse y angustiarse. Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo». Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en tierra mientras oraba: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». Luego volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro: «¿No pudieron velar conmigo ni siquiera una hora? Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil». Entonces Jesús los dejó por segunda vez y oró: «¡Padre mío! Si no es posible que pase esta copa a menos que yo la beba, entonces hágase tu voluntad». Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. Así que se fue a orar por tercera vez y repitió lo mismo. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo: «¡Adelante, duerman y descansen! Pero miren, ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores. Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!».