Del otro lado del lago, las multitudes recibieron a Jesús porque lo estaban esperando. Y un hombre llamado Jairo, líder de la sinagoga local, se acercó y cayó a los pies de Jesús mientras rogaba que lo acompañara a su casa. Su única hija, que tenía unos doce años, estaba muriendo. Mientras Jesús iba con Jairo, las multitudes lo rodeaban. Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua y no encontraba ninguna cura. Acercándose a Jesús por detrás, le tocó el fleco de la túnica. Al instante, la hemorragia se detuvo. «¿Quién me tocó?», preguntó Jesús. Todos negaron, y Pedro dijo: —Maestro, la multitud entera se apretuja contra ti. Pero Jesús dijo: —Alguien me tocó a propósito, porque yo sentí que salió poder sanador de mí. Cuando la mujer se dio cuenta de que no podía permanecer oculta, comenzó a temblar y cayó de rodillas frente a Jesús. A oídos de toda la multitud, ella le explicó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante. «Hija —le dijo Jesús—, tu fe te ha sanado. Ve en paz».
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5 dias
Todas las personas que tuvieron un encuentro con Jesús cambiaron diametralmente sus vidas, dando un giro por completo a sus pensamientos y actitudes. Jesús continúa teniendo encuentros maravillosos hoy en día, y quiero que tu seas uno de ellos.
6 Dias
Algo maravilloso ocurre cuando nos postramos a los pies de Jesús, cuando logramos entender que humillándonos a sus pies encontramos: sanidad, liberación, resurrección y restauración, hay algunos ejemplos en la palabra que nos ayudan a comprender el gran poder que encontramos a sus pies, acompáñame en este viaje de seis días aprendiendo de aquellos que entendieron el poder de humillarse a los pies de Jesús.
7 Dias
¿Has tenido miedo de contactar a un vecino? ¿Y si la ofendes? ¿Y si se ríe de ti? ¿Qué pasa si ella no está interesada en conocerte? Amar a los demás puede parecer arriesgado, incluso intimidante. Pero la Palabra de Dios nos entrena para ser vecinos valientes, generosos y amorosos.
Dios obra de maneras que no podemos entender. Incluso cuando no somos capaces de ver qué está haciendo Dios, Él sigue obrando. Porque puede, pues es Dios. Nosotros somos tan antropocéntricos, que confiamos más en nuestros sentidos que en los de Él. Pero su obra se escapa de nuestras manos, de nuestro conocimiento y cuando andamos en sus caminos, nos topamos con su realidad y nuestra vida cambia para siempre.
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