Es el SEÑOR quien provee el sol para alumbrar el día y la luna y las estrellas para alumbrar la noche, y agita el mar y hace olas rugientes. Su nombre es el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, y esto es lo que dice: «¡Igual de improbable es que anule las leyes de la naturaleza como que rechace a mi pueblo Israel!». Esto dice el SEÑOR: «Así como no se pueden medir los cielos ni explorar los fundamentos de la tierra, así tampoco consideraré echarlos fuera por las maldades que han hecho. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! »Se acerca el día —dice el SEÑOR—, cuando toda Jerusalén será reconstruida para mí, desde la torre de Hananeel hasta la puerta de la Esquina. Se extenderá una cuerda de medir sobre la colina de Gareb hasta Goa y el área entera —incluidos el cementerio y el basurero de cenizas en el valle, y todos los campos en el oriente hasta el valle de Cedrón y hasta la puerta de los Caballos— será santa al SEÑOR. Nunca más la ciudad será conquistada ni destruida».
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