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Jeremías 23:11-38

Jeremías 23:11-38 NTV

«Aun los sacerdotes y los profetas son hombres malvados que no tienen a Dios. He visto sus hechos despreciables aquí mismo en mi propio templo —dice el SEÑOR—. Por lo tanto, los caminos que toman llegarán a ser resbaladizos. Serán perseguidos en la oscuridad y allí caerán. Pues traeré desastre sobre ellos en el tiempo señalado para su castigo. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! »Vi que los profetas de Samaria eran tremendamente malvados, porque profetizaron en nombre de Baal y llevaron a mi pueblo Israel al pecado. ¡Pero ahora veo que los profetas de Jerusalén son aún peores! Cometen adulterio y les encanta la deshonestidad. Alientan a los que hacen lo malo para que ninguno se arrepienta de sus pecados. Estos profetas son tan perversos como lo fue la gente de Sodoma y Gomorra». Por lo tanto, esto dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales acerca de los profetas: «Los alimentaré con amargura y les daré veneno para beber. Pues es debido a los profetas de Jerusalén que se ha llenado esta tierra de maldad». Esto dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales a su pueblo: «No escuchen a estos profetas cuando ellos les profeticen, llenándolos de esperanzas vanas. Todo lo que dicen son puros inventos. ¡No hablan de parte del SEÑOR! Siguen diciendo a los que desprecian mi palabra: “¡No se preocupen! ¡El SEÑOR dice que ustedes tendrán paz!”. Y a los que obstinadamente siguen sus propios deseos, los profetas les dicen: “¡No les sucederá nada malo!”. »¿Ha estado alguno de estos profetas en la presencia del SEÑOR para escuchar lo que en realidad dice? ¿Acaso alguno de ellos se ha interesado lo suficiente como para escuchar? ¡Miren! El enojo del SEÑOR estalla como una tormenta, como un torbellino que se arremolina sobre la cabeza de los perversos. El enojo del SEÑOR no disminuirá hasta que termine con todo lo que él tenía pensado. En los días futuros, ustedes entenderán todo esto con claridad. »Yo no envié a estos profetas, sin embargo, van de un lado a otro afirmando hablar en mi nombre. No les he dado ningún mensaje, pero aun así siguen profetizando. Si hubieran estado en mi presencia y me hubieran escuchado, habrían hablado mis palabras y habrían hecho que mi pueblo se apartara de sus malos caminos y sus malas acciones. ¿Soy acaso Dios solo de cerca? —dice el SEÑOR—. No, al mismo tiempo estoy lejos. ¿Puede alguien esconderse de mí en algún lugar secreto? ¿Acaso no estoy en todas partes en los cielos y en la tierra?», dice el SEÑOR. «He oído a estos profetas decir: “Escuchen el sueño que Dios me dio anoche”. Y después pasan a decir mentiras en mi nombre. ¿Hasta cuándo seguirá esto? Si son profetas, son profetas del engaño, pues inventan todo lo que dicen. Con decir estos sueños falsos, pretenden hacer que mi pueblo me olvide, tal como lo hicieron sus antepasados, al rendir culto a los ídolos de Baal. »Que estos falsos profetas cuenten sus sueños, pero que mis verdaderos mensajeros proclamen todas mis palabras con fidelidad. ¡Hay diferencia entre la paja y el grano! ¿No quema mi palabra como el fuego? —dice el SEÑOR—. ¿No es como un martillo poderoso que hace pedazos una roca? »Por lo tanto —dice el SEÑOR—, estoy en contra de estos profetas que se roban mensajes el uno al otro y alegan que provienen de mí. Estoy en contra de estos profetas que con mucha labia dicen: “¡Esta profecía es del SEÑOR!”. Yo estoy contra estos falsos profetas. Sus sueños imaginarios son mentiras descaradas que llevan a mi pueblo a pecar. Yo no los envié ni los nombré, y no tienen ningún mensaje para mi pueblo. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! »Supongamos que alguien del pueblo o uno de los profetas o sacerdotes te pregunta: “Y ahora, ¿qué profecía te ha encargado el SEÑOR?”. Debes responder: “¡Ustedes son la carga! ¡El SEÑOR dice que los abandonará!”. »Si algún profeta, sacerdote o alguien más dice: “Tengo una profecía del SEÑOR”, castigaré a tal persona junto con toda su familia. Ustedes deberán preguntarse el uno al otro: “¿Cuál es la respuesta del SEÑOR?” o “¿Qué dice el SEÑOR?”. Ya dejen de usar esta frase: “Una profecía del SEÑOR”. La gente la usa para darle importancia a sus propias ideas, tergiversando las palabras de nuestro Dios, el Dios viviente, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. »Esto deberás decir a los profetas: “¿Cuál es la respuesta del SEÑOR?” o “¿Qué dice el SEÑOR?”. Pero supongamos que responden: “¡Esta es una profecía del SEÑOR!”. Entonces deberás decir: “Esto dice el SEÑOR: ‘Debido a que han usado la frase “una profecía del SEÑOR”, aun cuando les advertí que no la usaran

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