Por orden del SEÑOR, toda la comunidad de Israel partió del desierto de Sin y anduvo de un lugar a otro. Finalmente acamparon en Refidim, pero allí no había agua para que el pueblo bebiera. Así que el pueblo volvió a quejarse contra Moisés: —¡Danos agua para beber! —reclamaron. —¡Cállense! —respondió Moisés—. ¿Por qué se quejan contra mí? ¿Por qué ponen a prueba al SEÑOR? Pero ellos, atormentados por la sed, siguieron discutiendo con Moisés: —¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Quieres matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros animales? Entonces Moisés clamó al SEÑOR: —¿Qué hago con este pueblo? ¡Están a punto de apedrearme! El SEÑOR le dijo a Moisés: —Pasa por delante del pueblo; toma tu vara, la que usaste para golpear las aguas del Nilo, y llama a algunos ancianos de Israel para que te acompañen. Yo me pararé frente a ti sobre la roca, en el monte Sinaí. Golpea la roca, y saldrá agua a chorros. Entonces el pueblo podrá beber. Así que Moisés golpeó la roca como se le indicó, y el agua brotó a chorros a la vista de los ancianos. Entonces Moisés llamó a aquel lugar Masá (que significa «prueba») y Meriba (que significa «discusión»), porque el pueblo de Israel discutió con Moisés y puso a prueba al SEÑOR diciendo: «¿Está o no el SEÑOR aquí con nosotros?». Mientras el pueblo de Israel aún se encontraba en Refidim, los guerreros de Amalec lo atacaron. Así que Moisés le ordenó a Josué: «Escoge a algunos hombres para salir a pelear contra el ejército de Amalec. Mañana yo estaré en la cima de la colina sosteniendo la vara de Dios en mi mano». Josué hizo lo que Moisés le ordenó y peleó contra el ejército de Amalec. Entre tanto Moisés, Aarón y Hur subieron a la cima de una colina cercana. Mientras Moisés sostenía en alto la vara en su mano, los israelitas vencían; pero, cuando él bajaba la mano, dominaban los amalecitas. Pronto se le cansaron tanto los brazos que ya no podía sostenerlos en alto. Así que Aarón y Hur le pusieron una piedra a Moisés para que se sentara. Luego se pararon a cada lado de Moisés y le sostuvieron las manos en alto. Así sus manos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. Como resultado, Josué aplastó al ejército de Amalec en la batalla. Después de la victoria, el SEÑOR dio a Moisés las siguientes instrucciones: «Escribe esto en un rollo para que sea un recuerdo perpetuo, y léelo en voz alta a Josué: “Yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo”». Entonces Moisés edificó un altar en ese lugar y lo llamó Yahveh-nisi (que significa «el SEÑOR es mi estandarte»). Dijo: «Por cuanto han levantado su puño contra el trono del SEÑOR, ahora el SEÑOR estará en guerra con Amalec de generación en generación».
Leer Éxodo 17
Escuchar Éxodo 17
Compartir
Comparar todas las versiones: Éxodo 17:1-16
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos