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1 Corintios 7:10-24

1 Corintios 7:10-24 NTV

No obstante, para los que ya están casados, tengo un mandato que no proviene de mí sino del Señor. La esposa no debe dejar a su marido; pero si lo deja, que no se case de nuevo o bien que se reconcilie con él; y el marido no debe dejar a su esposa. Ahora, me dirigiré al resto de ustedes, aunque no tengo un mandato directo del Señor. Si un creyente está casado con una mujer que no es creyente y ella está dispuesta a seguir viviendo con él, no debe abandonarla. Y, si una creyente tiene un esposo que no es creyente y él está dispuesto a seguir viviendo con ella, no debe abandonarlo. Pues la esposa creyente da santidad a su matrimonio, y el esposo creyente da santidad al suyo. De otro modo, sus hijos no serían santos, pero ahora son santos. (En cambio, si el esposo o la esposa que no es creyente insiste en irse, dejen que se vaya. En esos casos, el cónyuge creyente ya no está ligado al otro, porque Dios los ha llamado a ustedes a vivir en paz). ¿Acaso ustedes, esposas, no se dan cuenta de que sus maridos podrían ser salvos a causa de ustedes? Y ustedes, esposos, ¿no se dan cuenta de que sus esposas podrían ser salvas a causa de ustedes? Cada uno debería seguir viviendo en la situación que el Señor lo haya puesto, y permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó por primera vez. Esa es mi regla para todas las iglesias. Por ejemplo, un hombre que se circuncidó antes de llegar a ser creyente no debería tratar de revertir su condición. Y el hombre que no estaba circuncidado cuando llegó a ser creyente no debería circuncidarse ahora. Pues no tiene importancia si un hombre ha sido o no circuncidado. Lo importante es cumplir los mandamientos de Dios. Cada uno debería permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó. ¿Eres un esclavo? No dejes que eso te preocupe; sin embargo, si tienes la oportunidad de ser libre, aprovéchala. Y recuerda: si eras un esclavo cuando el Señor te llamó, ahora eres libre en el Señor; y si eras libre cuando el Señor te llamó, ahora eres un esclavo de Cristo. Dios pagó un alto precio por ustedes, así que no se dejen esclavizar por el mundo. Amados hermanos, cada uno debería permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó por primera vez.

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