Pero la mujer vino y se arrodilló delante de él, y le dijo: “¡Señor, por favor, ayúdame!”
“No es correcto tomar el alimento de los hijos para dárselo a los perros”, le dijo Jesús.
“Sí, Señor, pero aun así, a los perros se les deja comer las migajas que caen de la mesa de su amo”, respondió ella.