Seis días a la semana harás todo tu trabajo, pero el séptimo día es de descanso dedicado al SEÑOR tu Dios. Ese día no trabajarás ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu burro ni cualquier otro de tus animales, ni el inmigrante que viva en tus ciudades. Así que tus esclavos deberán descansar como tú.