A los fuertes arrastra con su poder;
se levanta y no cree ni en su propia vida.
»Dios deja que se sientan seguros
y que en ello se apoyen,
pero sus ojos están sobre los caminos de ellos.
Son ensalzados por un poco, pero desaparecen.
Son abatidos y recolectados
como malvas.
Se marchitan como la cabeza
de las espigas.