«¿Hay algo difícil para Dios?»Muestra
«Ofrece a tu hijo como sacrificio»
Abraham es el mayor ejemplo de fe en el Antiguo Testamento, y el gran ejemplo de su vida se encuentra en Génesis 22. ¿Puedes imaginarte lo que sintió Abraham cuando Dios le dijo que sacrificara a su hijo? ¿Puedes imaginar el dolor en su corazón, la pena y la angustia? Y entonces, en el versículo siguiente leemos: «…así Abraham se levantó temprano en la mañana…» Él no objetó, no argumentó, no negoció, no obstruyó o demoró lo solicitado por Dios. Abraham obedeció inmediatamente. Abraham obedeció porque había aprendido que Dios es Dios, y él no debía cuestionar la voluntad de Dios. Sabía que Dios cuidaría de él sin importar lo que sucediera. El entendimiento puede esperar, pero la obediencia no.
Cuando Abraham e Isaac llegaron a la montaña, ¿puedes ver a Abraham lentamente recoger, con carácter sombrío, las piedras para el altar, tomándose todo el tiempo que puede con la esperanza de que Dios cambie de posición? Después de recoger las piedras, organizó la leña para la hoguera. Finalmente llegó el momento: debía decirle a Isaac lo que Dios había mandado. Con sollozos entrecortados y lágrimas brotando de sus ojos, Abraham se lo dijo. Lo abrazó como si nunca lo fuera a dejar ir. Las lágrimas brotaron libremente sin vergüenza, en los dos, padre e hijo. Allí estaba el final. «Te amo, hijo.» «Te amo, padre.»
Finalmente no podía postergarlo más. Isaac, muy mayor para obligarlo, subió al altar. Todo el cielo miró cómo Abraham sujetó el cuchillo y lo levantó sobre su cabeza, totalmente decidido a matar a su hijo amado. Pero en el último momento, en el último instante, Dios lo detuvo: «No le hagas daño a tu hijo, ahora sé que temes a Dios.»
¿Puedes ver a Abraham ahora? Solloza abiertamente. Abraza a Isaac. Su pecho agitado con alivio, gozo y profunda gratitud. ¿Acaso ha existido algún hombre que haya mostrado tal fe, como un niño, en Dios? ¿Acaso ha existido un hombre que haya mostrado tan fiera lealtad al obedecer a Dios, sin importar el qué? Él tuvo una fe fuerte en que Dios era Dios y debe ser objeto de nuestra confianza. Abraham, en toda su vida, aprendió a confiar en Dios. Dos mil años después, quizá en el mismo lugar, que fue llamado Calvario, otro hijo tuvo que ser sacrificado. Excepto que esta vez el hijo era el Hijo de Dios, y el Padre no detendría el cuchillo.
Acerca de este Plan
En muchas ocasiones tendemos a dudar de lo que Dios puede hacer. Quizás no lo reconocemos abiertamente, pero nuestras actitudes de autosuficiencia, de tener mejores ideas que Dios o de ayudar a Dios lo demuestran. Este devocional de tres días expone el corazón de tres personas: Sara, Abraham y Jacob. Hay cosas interesantes que aprender de sus vidas.
More