Amado Bebé: Un plan de 7 días, después de la pérdida de un embarazo Muestra

¿Has conocido a Ana? ¿De la Biblia? Está en primer plano en 1 Samuel. La historia de Ana es como la de muchas de nosotras: es nuestra alma gemela bíblica. Aunque nuestras historias son claramente diferentes, los que hemos tenido abortos espontáneos, pérdida tardía, o luchado contra la infertilidad entendemos el anhelo de Ana. Nuestros corazones han dolido, nuestras vidas han cambiado y encontramos que otros (incluso algunos maridos) no acaban de entender nuestro tormento. 

Los versículos me mostraron que Dios reconoce este anhelo insatisfecho de tener un niño en nuestros brazos como una razón digna de lágrimas y angustia. La desesperación de Ana aparece en la Biblia. Para mi, esto autentica nuestra tristeza y nos da el permiso definitivo para clamar a Dios y expresar nuestras emociones más plenas. 

Ana gemió, aulló, gritó a Dios. ¿Ya lo has hecho? ¿Reprimiste esas lágrimas y gritaste esos horribles llantos? ¿Sabías que está bien dirigir estas emociones hacia Dios? Llorar de tristeza es una manera de comunicarnos y hablar con Él cuando nuestras almas están marcadas por el dolor. 

Querida mamá, no sé cómo seguirá tu historia o la mía, pero sí sé que nuestro Padre Celestial escucha nuestro clamor. El dolor que sientes ahora mismo es una experiencia universal. El dolor por el deseo de maternidad trasciende el tiempo y es tan importante que aparece en la Biblia. No deberíamos avergonzarnos de nuestras emociones de ira, celos y tristeza. En lugar de ello, debemos clamar al Señor y expresar nuestro tormento interior.