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 <div class="book bkACT">
 <div class="chapter ch15" data-usfm="ACT.15">
 <div class="label">15</div><div class="ms2">Asamblea de Jerusal&#233;n (15,1-35)</div><div class="s1">Conflicto en Antioqu&#237;a de Siria</div><div class="p"> 1Por aquel entonces llegaron algunos de Judea que trataban de imponer a los hermanos esta ense&#241;anza:#Gn 17,10-14; Lv 12,3; Ga 5,2.</div><div class="p">&#8212;Si no os circuncid&#225;is conforme a la prescripci&#243;n de Mois&#233;s, no podr&#233;is salvaros.</div><div class="p"> 2Esto origin&#243; graves conflictos y discusiones al opon&#233;rseles Pablo y Bernab&#233;. Se decidi&#243; entonces que Pablo, Bernab&#233; y algunos otros fueran a Jerusal&#233;n para consultar con los ap&#243;stoles y dem&#225;s dirigentes acerca de este asunto.#(ver 9,26-30; 11,30; 18,22; 21,15; Ga 1,18; 2,1).</div><div class="p"> 3Provistos, pues, de lo necesario por la iglesia de Antioqu&#237;a, atravesaron Fenicia y Samar&#237;a, refiriendo c&#243;mo tambi&#233;n los no jud&#237;os se convert&#237;an, noticia esta que caus&#243; gran alegr&#237;a a todos los hermanos. 4Llegados a Jerusal&#233;n, fueron recibidos por la iglesia, los ap&#243;stoles y dem&#225;s dirigentes, a quienes comunicaron todo lo que el Se&#241;or hab&#237;a hecho por medio de ellos.#14,27. 5Pero algunos miembros del partido fariseo que hab&#237;an abrazado la fe intervinieron para decir:</div><div class="p">&#8212;A los no jud&#237;os debe imponerse como obligatoria la circuncisi&#243;n, as&#237; como la observancia de la ley de Mois&#233;s.</div><div class="s1">Reuni&#243;n en Jerusal&#233;n</div><div class="p"> 6Los ap&#243;stoles y los dem&#225;s dirigentes se reunieron en asamblea para examinar esta cuesti&#243;n. 7Despu&#233;s de un largo debate, tom&#243; Pedro la palabra y les dijo:</div><div class="p">&#8212;Sab&#233;is, hermanos, que hace tiempo me escogi&#243; Dios entre vosotros para que anuncie tambi&#233;n el mensaje de la buena nueva a los no jud&#237;os, de modo que puedan abrazar la fe.#10,44-45; 11,15.18. 8Y Dios, que conoce el coraz&#243;n humano, ha mostrado que los acepta al concederles el Esp&#237;ritu Santo lo mismo que a nosotros. 9No ha hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros y ha purificado sus corazones por la fe.#10,14-15.28.34-35. 10As&#237; pues, &#191;por qu&#233; quer&#233;is ahora poner a prueba a Dios, imponiendo a los creyentes una carga que ni vuestros antepasados ni nosotros mismos hemos podido soportar?#Ga 2,16; 5,1-3; Ef 2,5-8. 11No ha de ser as&#237;, pues estamos seguros de que es la gracia de Jes&#250;s, el Se&#241;or, la que nos salva tanto a nosotros como a ellos.</div><div class="p"> 12Toda la asamblea guard&#243; silencio y se dispuso a escuchar la narraci&#243;n que Bernab&#233; y Pablo hicieron de los prodigios y milagros que Dios hab&#237;a realizado por su conducto entre los no jud&#237;os.#14,27. 13Al finalizar su relato, intervino Santiago para decir:</div><div class="p">&#8212;Atendedme, hermanos: 14Sim&#243;n ha contado c&#243;mo, desde el principio, Dios se ha preocupado de los no jud&#237;os, escogiendo entre ellos un pueblo para s&#237;.#Za 2,15; Lc 1,68; Rm 11,16-17; 15,8-12; Ef 2,14; 1 Pe 2,10. 15Esto concuerda con las declaraciones de los profetas, pues la Escritura dice:</div><div class="b"></div><div class="q"> 16 Despu&#233;s de esto volver&#233;</div><div class="q"> y reconstruir&#233; la derruida casa de David.</div><div class="q"> Reconstruir&#233; sus ruinas</div><div class="q"> y la pondr&#233; de nuevo en pie. # 
 Am 9,11-12. </div><div class="q"> 17 Buscar&#225;n as&#237; al Se&#241;or</div><div class="q"> los que hayan quedado,</div><div class="q"> junto con las naciones todas</div><div class="q"> que han sido consagradas a m&#237;.</div><div class="q"> As&#237; lo dice el Se&#241;or</div><div class="q"> que realiza todas estas cosas,</div><div class="q"> 18por &#233;l conocidas desde tiempo inmemorial.#Is 45,21.</div><div class="b"></div><div class="p"> 19Por esta raz&#243;n &#8212;continu&#243; Santiago&#8212;, estimo que no deben imponerse restricciones innecesarias a los que, no siendo jud&#237;os, se convierten a Dios. 20Pero ha de indic&#225;rseles por escrito que se abstengan de contaminarse con los &#237;dolos, as&#237; como de toda clase de inmoralidad sexual, de alimentarse de sangre y de comer carne de animales ahogados.#15,29; 21,25 (ver Lv 17,10-14). 21Porque en esas mismas ciudades hay desde hace ya mucho tiempo quienes leen y proclaman la ley de Mois&#233;s en las sinagogas todos los s&#225;bados.#12,15.</div><div class="s1">Declaraci&#243;n del Concilio</div><div class="p"> 22Entonces los ap&#243;stoles y los dem&#225;s dirigentes, con la aprobaci&#243;n de toda la Iglesia, decidieron escoger algunos de entre ellos y enviarlos a Antioqu&#237;a junto con Pablo y Bernab&#233;. Eligieron a dos hombres de prestigio entre los hermanos: Judas Barsab&#225;s y Silas, 23a quienes encomendaron entregar esta carta:</div><div class="p">&#171;Los ap&#243;stoles y los dem&#225;s hermanos dirigentes env&#237;an saludos a sus hermanos no jud&#237;os de Antioqu&#237;a, Siria y Cilicia. 24Hemos tenido conocimiento de que algunos de aqu&#237;, sin autorizaci&#243;n por nuestra parte, os han inquietado y preocupado con sus ense&#241;anzas#15,24: ense&#241;anzas: Bastantes mss., aunque no los m&#225;s antiguos y mejores, a&#241;aden: mandando que os circuncid&#233;is y observ&#233;is la ley..#15,1 (ver Ga 2,4.12; 5,7). 25Por tal motivo hemos resuelto por unanimidad escoger unos delegados y envi&#225;roslos junto con nuestros queridos Bernab&#233; y Pablo, 26quienes se han dedicado por entero a la causa de nuestro Se&#241;or Jesucristo. 27Os enviamos, pues, a Judas y a Silas, que os transmitir&#225;n de viva voz lo que os decimos en esta carta. 28Es decisi&#243;n del Esp&#237;ritu Santo, y tambi&#233;n nuestra, no imponeros otras obligaciones, aparte de estas que juzgamos imprescindibles: 29abstenerse de lo que haya sido sacrificado a los &#237;dolos, no comer carne de animales ahogados, no alimentarse de sangre, y no cometer ninguna clase de inmoralidad sexual. Har&#233;is bien en prescindir de todo esto. Quedad con Dios&#187;.#15,20.</div><div class="s1">Los delegados informan a la iglesia de Antioqu&#237;a</div><div class="p"> 30Los delegados se pusieron en camino y llegaron a Antioqu&#237;a, donde reunieron a la comunidad y entregaron la misiva. 31La lectura de su contenido proporcion&#243; a todos gran alegr&#237;a y consuelo. 32Judas y Silas, que pose&#237;an el don de profec&#237;a, conversaron largamente con los hermanos con el fin de animarlos y fortalecerlos espiritualmente.#11,27. 33Despu&#233;s de pasar con ellos alg&#250;n tiempo, fueron despedidos con mucho afecto por los hermanos y regresaron al punto de partida.#15,33: al punto de partida: Algunos mss. griegos a&#241;aden el v. 34 que dice: Pero Silas decidi&#243; quedarse con ellos. Y algunos otros mss. a&#241;aden tambi&#233;n: y Judas regres&#243; solo. 35En cuanto a Pablo y Bernab&#233;, permanecieron en Antioqu&#237;a, ense&#241;ando y proclamando, junto con otros muchos, el mensaje del Se&#241;or.#14,28.</div><div class="ms2">Segundo viaje misionero de Pablo (15,36&#8211;18,22)</div><div class="s1">Pablo y Bernab&#233; se separan</div><div class="p"> 36Pasado alg&#250;n tiempo, dijo Pablo a Bernab&#233;:</div><div class="p">&#8212;Deber&#237;amos volver a todas las ciudades en las que anunciamos el mensaje del Se&#241;or, para visitar a los hermanos y ver c&#243;mo marchan.</div><div class="p"> 37Bernab&#233; quer&#237;a que Juan Marcos los acompa&#241;ara.#4,36; 12,12; 13,13. 38Pablo, sin embargo, opin&#243; que no deb&#237;an llevar en su compa&#241;&#237;a a quien los hab&#237;a abandonado en Panfilia renunciando a colaborar con ellos en la tarea apost&#243;lica. 39Esto provoc&#243; entre ambos tan fuerte discusi&#243;n, que llegaron a separarse. Bernab&#233; tom&#243; consigo a Marcos y se embarc&#243; para Chipre. 40Pablo, por su parte, escogi&#243; como compa&#241;ero a Silas y, una vez que los hermanos le encomendaron a la protecci&#243;n del Se&#241;or, emprendi&#243; la marcha.#14,26. 41Inici&#243; su recorrido por Siria y Cilicia, donde confirm&#243; en la fe a las iglesias.</div>
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 <div class="book bkACT">
 <div class="chapter ch16" data-usfm="ACT.16">
 <div class="label">16</div><div class="s1">Encuentro con Timoteo</div><div class="p"> 1Lleg&#243; luego a Derbe y a Listra. En esta ciudad conoci&#243; a un creyente llamado Timoteo. Su padre era griego y su madre una jud&#237;a convertida al cristianismo.#14,6; 2 Tm 1,5. 2Los hermanos de Listra y de Iconio ten&#237;an un buen concepto de &#233;l,#(ver Flp 2,20-22). 3y Pablo quiso tenerle como compa&#241;ero de viaje; as&#237; que, en consideraci&#243;n a los jud&#237;os que habitaban en aquella regi&#243;n, lo circuncid&#243;, pues todos sab&#237;an que su padre era griego. 4Al recorrer las distintas ciudades, comunicaban a los creyentes las decisiones tomadas por los ap&#243;stoles y dem&#225;s dirigentes en Jerusal&#233;n, y les recomendaban que las acatasen.#15,23-29. 5Con el paso de los d&#237;as, las iglesias se fortalec&#237;an en la fe y aumentaban en n&#250;mero.#2,47; 6,7; 9,31.</div><div class="s1">Un macedonio se aparece en visi&#243;n a Pablo</div><div class="p"> 6El Esp&#237;ritu Santo les impidi&#243; anunciar el mensaje en la provincia de Asia, por lo cual atravesaron las regiones de Frigia y Galacia.#18,23; 1 Co 16,1; Ga 1,2. 7Al llegar a la frontera de Misia, tuvieron intenci&#243;n de entrar en Bitinia, pero el Esp&#237;ritu de Jes&#250;s no se lo permiti&#243;.#Flp 1,19. 8Dejaron entonces a un lado Misia y descendieron hasta Troas. 9Aquella noche tuvo Pablo una visi&#243;n: de pie ante &#233;l hab&#237;a un macedonio, que le suplicaba:</div><div class="p">&#8212;&#161;Ven a Macedonia y ay&#250;danos!#18,9-10.</div><div class="p"> 10No bien tuvo esta visi&#243;n, hicimos los preparativos para marchar a Macedonia, pues est&#225;bamos convencidos de que Dios nos llamaba para anunciar all&#237; la buena nueva.</div><div class="s1">Llegada a Filipos y conversi&#243;n de Lidia</div><div class="p"> 11Tomamos el barco en Troas y navegamos hasta Samotracia. Al d&#237;a siguiente zarpamos para Ne&#225;polis, 12y de all&#237; nos dirigimos a Filipos, colonia romana, y ciudad de primer orden en el distrito de Macedonia. Nos detuvimos unos d&#237;as en Filipos,#Flp 1,1. 13y el s&#225;bado salimos de la ciudad y nos encaminamos a la orilla del r&#237;o donde ten&#237;amos entendido que se reun&#237;an los jud&#237;os para orar. All&#237; tomamos asiento y entablamos conversaci&#243;n con algunas mujeres que hab&#237;an acudido. 14Una de ellas, llamada Lidia, proced&#237;a de Tiatira y se dedicaba al negocio de la p&#250;rpura; era, adem&#225;s, una mujer que rend&#237;a culto al verdadero Dios. Mientras se hallaba escuchando, el Se&#241;or toc&#243; su coraz&#243;n para que aceptara las explicaciones de Pablo. 15Se bautiz&#243;, pues, con toda su familia, y nos hizo esta invitaci&#243;n:</div><div class="p">&#8212;Si consider&#225;is sincera mi fe en el Se&#241;or, os ruego que veng&#225;is a alojaros en mi casa.</div><div class="p">Su insistencia nos oblig&#243; a aceptar.#10,2; 16,3.</div><div class="s1">Encarcelamiento de Pablo y Silas en Filipos</div><div class="p"> 16Un d&#237;a, cuando nos dirig&#237;amos al lugar de oraci&#243;n, nos sali&#243; al encuentro una joven esclava pose&#237;da por un esp&#237;ritu de adivinaci&#243;n. Las predicciones que hac&#237;a reportaban cuantiosas ganancias a sus amos. 17La joven comenz&#243; a seguirnos, a Pablo y a nosotros, gritando:</div><div class="p">&#8212;&#161;Estos hombres sirven al Dios Alt&#237;simo y os anuncian el camino de salvaci&#243;n!#9,2 (ver Mc 1,24.34; Lc 4,34.41).</div><div class="p"> 18Hizo esto durante muchos d&#237;as, hasta que Pablo, ya harto, se enfrent&#243; con el esp&#237;ritu y le dijo:</div><div class="p">&#8212;&#161;En nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella!</div><div class="p">Decir esto y abandonarla el esp&#237;ritu, fue todo uno.#Mc 16,17. 19Pero al ver los amos de la joven que sus esperanzas de lucro se hab&#237;an esfumado, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta la plaza p&#250;blica, ante las autoridades. 20All&#237;, ante los magistrados, presentaron esta acusaci&#243;n:</div><div class="p">&#8212;Estos hombres han tra&#237;do el desorden a nuestra ciudad. Son jud&#237;os#17,6; Mt 10,18 y par. 21y est&#225;n introduciendo costumbres que, como romanos que somos, no podemos aceptar ni practicar.</div><div class="p"> 22El populacho se amotin&#243; contra ellos, y los magistrados ordenaron que los desnudaran y los azotaran.#2 Co 11,25; Flp 1,30; 1 Ts 2,2. 23Despu&#233;s de azotarlos con ganas, los metieron en la c&#225;rcel y encomendaron al carcelero que los mantuviera bajo estricta vigilancia. 24Ante tal orden, el carcelero los meti&#243; en la celda m&#225;s profunda de la prisi&#243;n y les sujet&#243; los pies en el cepo.</div><div class="s1">Pablo y Silas, liberados</div><div class="p"> 25Hacia la media noche, Pablo y Silas estaban orando y cantando alabanzas a Dios, mientras los otros presos escuchaban. 26Repentinamente, un violento temblor de tierra sacudi&#243; los cimientos de la prisi&#243;n. Se abrieron de golpe todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos los presos.#5,19; 12,6-10.18-19. 27El carcelero se despert&#243; y, al ver las puertas de la prisi&#243;n abiertas de par en par, desenvain&#243; su espada con intenci&#243;n de suicidarse, pues daba por supuesto que los presos se hab&#237;an fugado. 28Pablo, entonces, le dijo a voz en grito:</div><div class="p">&#8212;&#161;No te hagas ning&#250;n da&#241;o, que estamos todos aqu&#237;!</div><div class="p"> 29El carcelero pidi&#243; una luz, corri&#243; hacia el interior y, temblando de miedo, se ech&#243; a los pies de Pablo y Silas. 30Los llev&#243; luego al exterior y les pregunt&#243;:</div><div class="p">&#8212;Se&#241;ores, &#191;qu&#233; debo hacer para salvarme?#2,37; Lc 10,25.</div><div class="p"> 31Le respondieron:</div><div class="p">&#8212;Cree en Jes&#250;s, el Se&#241;or, y t&#250; y tu familia alcanzar&#233;is la salvaci&#243;n.#8,37; 10,2; Rm 10,9.</div><div class="p"> 32Luego les explicaron a &#233;l y a todos sus familiares el mensaje del Se&#241;or. 33El carcelero, por su parte, a pesar de lo avanzado de la noche, les lav&#243; las heridas y a continuaci&#243;n se hizo bautizar con todos los suyos. 34Los introdujo seguidamente en su casa y les sirvi&#243; de comer. Y junto con toda su familia, celebr&#243; con gran alegr&#237;a el haber cre&#237;do en Dios.</div><div class="p"> 35Al llegar la ma&#241;ana, los magistrados enviaron a los guardias con estas instrucciones para el carcelero: &#171;Deja en libertad a esos hombres&#187;. 36El carcelero fue sin demora a comunicar a Pablo:</div><div class="p">&#8212;Los magistrados han ordenado que se os ponga en libertad. As&#237; que pod&#233;is salir y marchar en paz.#22,25.29; 23,27.</div><div class="p"> 37Pero Pablo dijo a los guardias:</div><div class="p">&#8212;Ellos nos han hecho azotar en p&#250;blico sin juicio previo, y eso que somos ciudadanos romanos. Despu&#233;s nos han metido en la c&#225;rcel. &#191;Y ahora pretenden que salgamos a hurtadillas? &#161;Ni mucho menos! &#161;Que vengan ellos a sacarnos!</div><div class="p"> 38Los guardias transmitieron estas palabras a los magistrados, quienes, alarmados al saber que se trataba de ciudadanos romanos, 39vinieron a presentarles sus excusas. Enseguida los condujeron fuera y les suplicaron que abandonaran la ciudad. 40Una vez que salieron de la c&#225;rcel, se encaminaron a casa de Lidia. Y despu&#233;s de entrevistarse con los hermanos y confortarlos en la fe, partieron de all&#237;.</div>
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