Semana SantaMuestra

La Entrada Triunfal

Jesús entró en Jerusalén como Rey, pero no con la pompa y el esplendor de un gobernante terrenal, sino con humildad, montado en un asno. La multitud lo aclamó con alegría, pero muchos de los que gritaban "¡Hosanna!", días después gritarían "¡Crucifícale!". Esta escena nos recuerda que Jesús no vino a cumplir nuestras expectativas humanas, sino a realizar el plan perfecto de Dios para la salvación.

Hoy, Jesús sigue buscando entrar en nuestras vidas no como un rey de poder temporal, sino como el Señor de nuestra existencia. ¿Lo recibimos con verdadera entrega o sólo cuando nos conviene? Su realeza implica rendición total a su voluntad, aunque a veces no la entendamos completamente.

Preguntas de aplicación:

1. ¿De qué manera puedes proclamar a Jesús como Rey en tu vida diaria?
2. ¿Tu fe en Jesús depende de que Él cumpla tus expectativas o confías en su voluntad perfecta?