¡Levántate! 7 Claves Para Levantarte Y Seguir.

Fe, Palabra y Oración

Gobernando Bien Tu Casa

Compartiendo a Jesús después de la Navidad

Dios en Medio de la Depresión

De Huérfano a Hijo

Compartir tu Fe con Amigos y Familia: Una Guía Práctica

Conquistar El Miedo a Compartir Tu Fe

Todos a La Mesa

Reinicio

<div class="version vid210 iso6393spa" data-vid="210" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkGEN">
 <div class="chapter ch8" data-usfm="GEN.8">
 <div class="label">8</div><div class="s1">Fin del diluvio</div><div class="p"> 1Entonces, Dios se acord&#243; de No&#233; y de todos los animales, tanto de los salvajes como de los dom&#233;sticos, que estaban con &#233;l en el arca; hizo pasar un viento fuerte sobre la tierra, y el nivel de las aguas comenz&#243; a descender. 2Se cerraron las fuentes del oc&#233;ano y las compuertas del cielo, y la lluvia ces&#243;. 3Poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra y, al cabo de ciento cincuenta d&#237;as, ya hab&#237;a descendido tanto el nivel 4que el d&#237;a diecisiete del mes s&#233;ptimo el arca encall&#243; sobre las monta&#241;as de Ararat. 5Las aguas continuaron bajando paulatinamente hasta el mes d&#233;cimo; y el primer d&#237;a de ese mes asomaron los picos de las monta&#241;as.</div><div class="p"> 6Transcurridos cuarenta d&#237;as, No&#233; abri&#243; la ventana que hab&#237;a hecho en el arca 7y solt&#243; un cuervo que vol&#243; de ac&#225; para all&#225;, hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. 8Despu&#233;s solt&#243; una paloma para comprobar si las aguas ya hab&#237;an bajado del todo; 9pero la paloma no encontr&#243; d&#243;nde posarse y regres&#243; al arca, pues la tierra a&#250;n estaba cubierta por las aguas. As&#237; que No&#233; sac&#243; la mano, tom&#243; la paloma y la meti&#243; consigo en el arca.</div><div class="p"> 10Esper&#243; siete d&#237;as m&#225;s y volvi&#243; a soltar la paloma desde el arca. 11Al atardecer, la paloma regres&#243; portando en su pico una rama de olivo reci&#233;n arrancada. No&#233; comprendi&#243; que las aguas iban desapareciendo. 12Esper&#243; siete d&#237;as m&#225;s y volvi&#243; a soltar la paloma, pero esta vez ya no volvi&#243;.</div><div class="p"> 13En el a&#241;o seiscientos uno de la vida de No&#233;,#8,13: de la vida de No&#233;: Esta parte del vers&#237;culo no aparece expl&#237;citamente en el texto hebreo, pero s&#237; en la versi&#243;n griega de los LXX. el d&#237;a primero del primer mes, las aguas que cubr&#237;an la superficie de la tierra se secaron. No&#233; levant&#243; la cubierta del arca, mir&#243; y descubri&#243; que la tierra ya estaba seca. 14Para el d&#237;a veintisiete del mes segundo, la tierra estaba ya completamente seca.</div><div class="s1">No&#233; sale del arca</div><div class="p"> 15Entonces dijo Dios a No&#233;:</div><div class="p"> 16&#8212;Sal del arca, t&#250;, tu mujer, tus hijos y tus nueras. 17Saca tambi&#233;n a todos los animales que est&#225;n contigo: aves, ganados y reptiles. &#161;Que sean fecundos! &#161;Que se reproduzcan y pueblen la tierra!</div><div class="p"> 18Sali&#243;, pues, No&#233; con sus hijos, su mujer y sus nueras; 19y con todos los animales: ganados, aves y reptiles. Todos los animales salieron del arca agrupados por especies.</div><div class="p"> 20No&#233; construy&#243; un altar al Se&#241;or, tom&#243; animales y aves de toda especie pura, y los ofreci&#243; en holocausto sobre el altar. 21Cuando el Se&#241;or aspir&#243; el grato aroma se dijo: &#171;Aunque las intenciones del ser humano son perversas desde su juventud, nunca m&#225;s volver&#233; a maldecir la tierra por su culpa. Jam&#225;s volver&#233; a destruir a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo.</div><div class="b"></div><div class="q"> 22Mientras el mundo exista</div><div class="q">no han de faltar</div><div class="q">siembra y cosecha,</div><div class="q">fr&#237;o y calor,</div><div class="q">verano e invierno,</div><div class="q">d&#237;a y noche&#187;.</div>
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 <div class="book bkMAT">
 <div class="chapter ch8" data-usfm="MAT.8">
 <div class="label">8</div><div class="ms2">El reino en hechos y palabras (8,1&#8211;16,20)</div><div class="s1">Curaci&#243;n de un leproso</div><div class="r">(Mc 1,40-45; Lc 5,12-16)</div><div class="p"> 1Al bajar Jes&#250;s del monte, lo segu&#237;a mucha gente. 2En esto se le acerc&#243; un leproso, que se postr&#243; ante &#233;l y le dijo:#10,8; 11,5; Lv 13&#8211;14; 2 Re 5,1-14 (ver Lc 7,22); Lc 17,11-19.</div><div class="p">&#8212;Se&#241;or, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.</div><div class="p"> 3Jes&#250;s extendi&#243; la mano y lo toc&#243;, diciendo:</div><div class="p">&#8212;Quiero. Queda limpio.</div><div class="p">Y al instante el leproso qued&#243; limpio. 4Jes&#250;s le advirti&#243;:</div><div class="p">&#8212;Mira, no se lo cuentes a nadie; vete a mostrarte al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita por Mois&#233;s. As&#237; todos tendr&#225;n evidencia de tu curaci&#243;n.#Lv 14,2-32; Lc 17,14.</div><div class="s1">Jes&#250;s sana al asistente de un oficial romano</div><div class="r">(Lc 7,1-12; Jn 4,46-54)</div><div class="p"> 5Cuando Jes&#250;s entr&#243; en Cafarna&#250;n, se acerc&#243; a &#233;l un oficial del ej&#233;rcito romano suplic&#225;ndole:</div><div class="p"> 6&#8212;Se&#241;or, tengo a mi asistente en casa paral&#237;tico y est&#225; sufriendo dolores terribles.</div><div class="p"> 7Jes&#250;s le dijo:</div><div class="p">&#8212;Yo ir&#233; y lo curar&#233;.</div><div class="p"> 8Pero el oficial le respondi&#243;:</div><div class="p">&#8212;Se&#241;or, yo no soy digno de que entres en mi casa. Pero una sola palabra tuya bastar&#225; para que sane mi asistente. 9Porque yo tambi&#233;n estoy sujeto a mis superiores, y a la vez tengo soldados a mis &#243;rdenes. Si a uno de ellos le digo: &#171;Vete&#187;, va; y si le digo a otro: &#171;Ven&#187;, viene; y si a mi asistente le digo: &#171;Haz esto&#187;, lo hace.</div><div class="p"> 10Jes&#250;s se qued&#243; admirado al o&#237;r esto. Y dijo a los que lo segu&#237;an:</div><div class="p">&#8212;Os aseguro que no he encontrado en Israel a nadie con una fe tan grande como esta. 11Y os advierto que vendr&#225;n muchos de oriente y occidente y se sentar&#225;n a la mesa con Abrah&#225;n, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.#Lc 13,29. 12En cambio, los que primero fueron llamados al Reino ser&#225;n arrojados afuera, a la oscuridad. All&#237; llorar&#225;n y les rechinar&#225;n los dientes.#22,13; 25,30; Sal 35,16; 37,12; Jb 16,9. 13Luego dijo Jes&#250;s al oficial:</div><div class="p">&#8212;Vete a tu casa y que se haga como cre&#237;ste.</div><div class="p">En aquel mismo momento, el asistente qued&#243; curado.#9,29; 15,28.</div><div class="s1">Curaci&#243;n de la suegra de Pedro</div><div class="r">(Mc 1,29-31; Lc 4,38-39)</div><div class="p"> 14Al llegar Jes&#250;s a casa de Pedro, encontr&#243; a la suegra de este en cama, con fiebre. 15Jes&#250;s le toc&#243; la mano y le desapareci&#243; la fiebre. Y ella se levant&#243; y se puso a atenderlo.</div><div class="s1">Otras curaciones</div><div class="r">(Mc 1,32-34; Lc 4,40-41)</div><div class="p"> 16Al anochecer, presentaron a Jes&#250;s muchas personas que estaban pose&#237;das por demonios. &#201;l, con solo una palabra, expuls&#243; a los esp&#237;ritus malignos y cur&#243; a todos los enfermos.#8,8; Lc 4,36 (ver Heb 4,12). 17De este modo se cumpli&#243; lo dicho por medio del profeta Isa&#237;as: Tom&#243; sobre s&#237; nuestras debilidades y carg&#243; con nuestras enfermedades.#Is 53,4 (ver nota a Mt 1,22).</div><div class="s1">Seguir a Jes&#250;s</div><div class="r">(Lc 9,57-62)</div><div class="p"> 18Viendo Jes&#250;s que lo rodeaba una gran multitud, mand&#243; que lo llevaran a la otra orilla del lago. 19All&#237; se le acerc&#243; un maestro de la ley, que le dijo:</div><div class="p">&#8212;Maestro, estoy dispuesto a seguirte adondequiera que vayas.</div><div class="p"> 20Jes&#250;s le contest&#243;:</div><div class="p">&#8212;Las zorras tienen guaridas y los p&#225;jaros nidos, pero el Hijo del hombre ni siquiera tiene d&#243;nde recostar la cabeza.#9,6; 11,19; Dn 7,13; etc.</div><div class="p"> 21Otro que ya era disc&#237;pulo suyo le dijo:</div><div class="p">&#8212;Se&#241;or, perm&#237;teme que vaya primero a enterrar a mi padre.#4,19-22; 1 Re 19,20.</div><div class="p"> 22Jes&#250;s le contest&#243;:</div><div class="p">&#8212;S&#237;gueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.</div><div class="s1">Jes&#250;s apacigua una tempestad</div><div class="r">(Mc 4,35-41; Lc 8,22-25)</div><div class="p"> 23Subi&#243; Jes&#250;s a una barca acompa&#241;ado de sus disc&#237;pulos, 24cuando de pronto se levant&#243; en el lago una tempestad tan violenta que las olas cubr&#237;an la barca. Pero Jes&#250;s se hab&#237;a quedado dormido. 25Los disc&#237;pulos se acercaron a &#233;l y lo despertaron, diciendo:</div><div class="p">&#8212;&#161;Se&#241;or, s&#225;lvanos! &#161;Estamos a punto de perecer!</div><div class="p"> 26Jes&#250;s les dijo:</div><div class="p">&#8212;&#191;A qu&#233; viene ese miedo? &#191;Por qu&#233; es tan d&#233;bil vuestra fe?</div><div class="p">Entonces se levant&#243;, increp&#243; a los vientos y al lago y todo qued&#243; en calma.#6,30; Mc 1,25; 9,25; Lc 4,39. 27Y los disc&#237;pulos se preguntaban asombrados:</div><div class="p">&#8212;&#191;Qui&#233;n es este, que hasta los vientos y el lago le obedecen?</div><div class="s1">Los endemoniados de Gadara</div><div class="r">(Mc 5,1-20; Lc 8,26-39)</div><div class="p"> 28Cuando Jes&#250;s lleg&#243; a la otra orilla del lago, a la regi&#243;n de Gadara, salieron a su encuentro dos hombres procedentes del cementerio. Ambos estaban pose&#237;dos por demonios, y eran tan temidos por su violencia que nadie se atrev&#237;a a pasar por aquel camino. 29Se pusieron a gritar:</div><div class="p">&#8212;&#161;D&#233;janos en paz, Hijo de Dios! &#191;Has venido ac&#225; para atormentarnos antes de tiempo?</div><div class="p"> 30A cierta distancia de all&#237; estaba paciendo una gran piara de cerdos. 31Y los demonios le suplicaron a Jes&#250;s:</div><div class="p">&#8212;Si nos echas afuera, env&#237;anos a esa piara de cerdos.</div><div class="p"> 32Jes&#250;s les dijo:</div><div class="p">&#8212;Id all&#225;.</div><div class="p">Los demonios salieron y se metieron en los cerdos y, de pronto, la piara se lanz&#243; pendiente abajo hasta el lago, donde los cerdos se ahogaron.</div><div class="p"> 33Los porquerizos salieron huyendo y, al llegar al pueblo, contaron todo lo que hab&#237;a pasado con aquellos hombres pose&#237;dos por los demonios. 34Entonces la gente del pueblo fue al encuentro de Jes&#250;s y, al verlo, le rog&#243; que se marchara de su comarca.</div>
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<div class="version vid210 iso6393spa" data-vid="210" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkEZR">
 <div class="chapter ch8" data-usfm="EZR.8">
 <div class="label">8</div><div class="s1">Acompa&#241;antes de Esdras en el viaje</div><div class="p"> 1Estos son, seg&#250;n sus genealog&#237;as, los cabezas de familia que vinieron conmigo de Babilonia en el reinado de Artajerjes, rey de Babilonia:</div><div class="p"> 2De los descendientes de Fin&#233;s: Guers&#243;n. De los descendientes de Itamar: Daniel. De los descendientes de David: Jat&#250;s. 3De los descendientes de Secan&#237;as y de los descendientes de Par&#243;s: Zacar&#237;as, con el que se registraron otros ciento cincuenta varones. 4De los descendientes de Pajat-Moab: Elioenay, hijo de Zera&#237;as y con &#233;l otros doscientos varones. 5De los descendientes de Zat&#250;#8,5: Zat&#250;, Ban&#237;: Estos nombres no figuran en el texto hebreo, pero s&#237; en la versi&#243;n griega de los LXX. : Secan&#237;as, hijo de Jajaziel y con &#233;l otros trescientos varones. 6De los descendientes de Ad&#237;n: Ebed, hijo de Jonat&#225;n, y con &#233;l otros cincuenta varones. 7De los descendientes de Elam: Isa&#237;as, hijo de Atal&#237;as, y con &#233;l otros setenta varones. 8De los descendientes de Sefat&#237;as: Zebad&#237;as, hijo de Micael, y con &#233;l otros ochenta varones. 9De los descendientes de Joab: Abd&#237;as, hijo de Jejiel, y con &#233;l otros doscientos ochenta varones. 10De los descendientes de Ban&#237;: Selomit, hijo de Josif&#237;as, y con &#233;l otros ciento sesenta varones. 11De los descendientes de Bebay: Zacar&#237;as, hijo de Bebay, y con &#233;l otros veintiocho varones. 12De los descendientes de Azgad: Jojan&#225;n, hijo de Jocat&#225;n, y con &#233;l otros ciento diez varones. 13De los descendientes de Adonic&#225;n, los &#250;ltimos, estos son sus nombres: Elif&#233;let, Jeiel y Sema&#237;as, y con ellos otros sesenta varones. 14De los descendientes de Bigvay: Utay y Zabud, y con ellos otros setenta varones.</div><div class="p"> 15Reun&#237; a todos junto al r&#237;o que discurre hacia Ahav&#225; y acampamos all&#237; durante tres d&#237;as. Observ&#233; que hab&#237;a gente del pueblo y sacerdotes, pero ning&#250;n levita. 16Entonces llam&#233; a los jefes Eliezer, Ariel, Sema&#237;as, Elnat&#225;n, Jarib, Elnat&#225;n, Nat&#225;n, Zacar&#237;as y Mesul&#225;n, as&#237; como a los eruditos Joyarib y Elnat&#225;n, 17y los envi&#233; a Id&#243;, jefe en un lugar denominado Casify&#225;, indic&#225;ndoles lo que deb&#237;an decir a Id&#243; y a sus hermanos (los donados residentes en la localidad de Casify&#225;) a fin de que nos facilitaran servidores para el Templo de nuestro Dios. 18Gracias a la protecci&#243;n de nuestro Dios nos enviaron a Sereb&#237;as, hombre entendido de los descendientes de Majli, hijo de Lev&#237;, hijo de Israel; ven&#237;an con &#233;l sus hijos y sus hermanos en un total de dieciocho varones. 19Nos enviaron, adem&#225;s, a Jasab&#237;as, y con &#233;l, Isa&#237;as, de los descendientes de Merar&#237;, junto con sus hermanos e hijos; veinte personas en total. 20A ellos hay que a&#241;adir doscientos veinte m&#225;s, todos designados por su nombre, de los donados que David y los jefes destinaron al servicio de los levitas.</div><div class="p"> 21All&#237;, a orillas del r&#237;o Ahav&#225;, proclam&#233; un ayuno con el fin de humillarnos ante nuestro Dios y solicitarle un feliz viaje para nosotros, nuestros hijos y toda nuestra hacienda.#Jr 36,9; Est 4,16; 2 Cr 20,3. 22Me dio verg&#252;enza pedir al rey tropa y caballer&#237;as que nos protegieran del enemigo durante el camino, pues hab&#237;amos dicho al rey: &#171;Nuestro Dios protege bondadosamente a los que lo buscan, mientras que descarga su ira y poder contra los que lo abandonan&#187;. 23As&#237; que ayunamos y suplicamos por todo esto al Se&#241;or y &#233;l nos atendi&#243;.</div><div class="p"> 24Eleg&#237;, entonces, a doce de entre los principales sacerdotes, y tambi&#233;n a Sereb&#237;as y a Jasab&#237;as con diez de sus parientes. 25Les pes&#233; la plata, el oro y los objetos que el rey, sus consejeros, los notables y todos los israelitas all&#237; residentes hab&#237;an ofrecido con destino al Templo de nuestro Dios. 26Lo pes&#233; todo y confi&#233; a su custodia seiscientos cincuenta talentos de plata, otros objetos de plata por valor de cien talentos de oro, 27veinte tazones de oro valorados en mil d&#225;ricos y dos vasos de bronce bru&#241;ido, valiosos como si fueran de oro. 28Y les dije:</div><div class="p">&#8212;Vosotros est&#225;is consagrados al Se&#241;or, y tambi&#233;n lo est&#225;n estos objetos de oro y plata que son ofrenda voluntaria al Se&#241;or, Dios de vuestros antepasados. 29Vigiladlos y custodiadlos hasta que sean pesados en Jerusal&#233;n, en los aposentos del Templo del Se&#241;or ante los responsables de los sacerdotes, los levitas y los cabezas de familia de Israel.</div><div class="p"> 30Los sacerdotes y los levitas se hicieron cargo del oro, la plata y dem&#225;s objetos con todo su peso con el fin de llevarlo a Jerusal&#233;n, al Templo de nuestro Dios.</div><div class="p"> 31Partimos del r&#237;o Ahav&#225; el doce del primer mes para ir a Jerusal&#233;n, y la mano de nuestro Dios nos protegi&#243; libr&#225;ndonos de enemigos y salteadores durante el viaje.#7,8-9. 32Llegados a Jerusal&#233;n descansamos durante tres d&#237;as. 33Al cuarto d&#237;a se pesaron la plata, el oro y los dem&#225;s objetos en el Templo de nuestro Dios. Se entregaron al sacerdote Meremot, hijo de Ur&#237;as, y a Eleazar, hijo de Fin&#233;s. Con ellos estaban los levitas Josabab, hijo de Josu&#233; y Noad&#237;as hijo de Bin&#250;i. 34Todo fue contado y pesado anot&#225;ndose la totalidad del peso.</div><div class="p"> 35Los repatriados venidos del destierro sacrificaron holocaustos al Dios de Israel: doce becerros, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos por todo Israel, y doce machos cabr&#237;os por los pecados. Todos fueron sacrificados en honor del Se&#241;or.#6,17. 36Luego se entregaron los decretos del rey a los s&#225;trapas del monarca y a los gobernadores del otro lado del &#201;ufrates, los cuales se mostraron favorables al pueblo y al Templo del Se&#241;or.</div>
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<div class="version vid210 iso6393spa" data-vid="210" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkACT">
 <div class="chapter ch8" data-usfm="ACT.8">
 <div class="label">8</div><div class="p"> 1Saulo estaba all&#237;, dando su aprobaci&#243;n a la muerte de Esteban.#7,58; 11,19; 22,20.</div><div class="s1">Persecuci&#243;n de la Iglesia</div><div class="p">Aquel mismo d&#237;a se desat&#243; una violenta persecuci&#243;n contra la iglesia de Jerusal&#233;n. Todos los fieles, a excepci&#243;n de los ap&#243;stoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samar&#237;a. 2Unos hombres piadosos enterraron el cuerpo de Esteban y lloraron sentidamente su muerte. 3Mientras tanto, Saulo asolaba la Iglesia: irrump&#237;a en las casas, apresaba a hombres y mujeres y los met&#237;a en la c&#225;rcel.#9,1-2.13; 22,4; 26,9-11; 1 Co 15,9; Ga 1,13.23; Flp 3,6; 1 Tm 1,13-14.</div><div class="ms1">II. Testigos en Judea y Samar&#237;a (8,4&#8211;12,25)</div><div class="ms2">Evangelizaci&#243;n de Samar&#237;a (8,4-40)</div><div class="s1">Felipe en Samar&#237;a</div><div class="p"> 4Los disc&#237;pulos que tuvieron que dispersarse iban de pueblo en pueblo anunciando el mensaje. 5Felipe, en concreto, lleg&#243; a la ciudad de Samar&#237;a y les predicaba al Mes&#237;as.#6,5; 8,26-40 (ver 21,8). 6La gente en masa escuchaba con atenci&#243;n a Felipe, pues hab&#237;an o&#237;do hablar de los milagros que realizaba y ahora los estaban viendo. 7Hubo muchos casos de esp&#237;ritus malignos que abandonaron a sus v&#237;ctimas lanzando alaridos; y numerosos paral&#237;ticos y cojos fueron tambi&#233;n curados#Mt 10,1; Mc 6,7; 16,17., 8de manera que la ciudad se llen&#243; de alegr&#237;a.#2,46; 5,41; 8,39; 13,48; 15,3.31; 16,34 (ver Lc 1,14).</div><div class="s1">Sim&#243;n, el mago</div><div class="p"> 9Desde hac&#237;a tiempo, se encontraba en la ciudad un hombre llamado Sim&#243;n, que practicaba la magia y ten&#237;a asombrada a toda la poblaci&#243;n de Samar&#237;a. Se las daba de persona importante#13,6-12. 10y gozaba de una gran audiencia tanto entre los peque&#241;os como entre los mayores. &#171;Ese hombre &#8212;dec&#237;an&#8212; es la personificaci&#243;n del poder divino: eso que se llama el Gran Poder&#187;. 11Y lo escuchaban encandilados, porque durante mucho tiempo los hab&#237;a tenido asombrados con su magia. 12Pero cuando Felipe les anunci&#243; el mensaje acerca del reino de Dios y de la persona de Jesucristo, hombres y mujeres abrazaron la fe y se bautizaron.#1,5; 2,41. 13Incluso el propio Sim&#243;n crey&#243; y, una vez bautizado, ni por un momento se apartaba de Felipe; contemplaba los milagros y los portentosos prodigios que realizaba y no sal&#237;a de su asombro.</div><div class="s1">Pedro y Juan en Samar&#237;a</div><div class="p"> 14Cuando los ap&#243;stoles que estaban en Jerusal&#233;n se enteraron de que Samar&#237;a hab&#237;a acogido favorablemente el mensaje de Dios, enviaron all&#225; a Pedro y a Juan. 15Llegaron estos y oraron por los samaritanos para que recibieran el Esp&#237;ritu Santo, 16pues a&#250;n no hab&#237;a descendido sobre ninguno de ellos; &#250;nicamente hab&#237;an sido bautizados en el nombre de Jes&#250;s, el Se&#241;or.#2,38. 17Les impusieron, pues, las manos y recibieron el Esp&#237;ritu Santo.#6,6; 19,6; Mt 9,18; Mc 5,33; 1 Tm 4,14.</div><div class="p"> 18Al ver Sim&#243;n que cuando los ap&#243;stoles impon&#237;an las manos se impart&#237;a el Esp&#237;ritu,#8,18: el Esp&#237;ritu: Numerosos mss., varios de reconocido valor, a&#241;aden: Santo. les ofreci&#243; dinero, 19diciendo:</div><div class="p">&#8212;Concededme tambi&#233;n a m&#237; el poder de que, cuando imponga las manos a alguno, reciba el Esp&#237;ritu Santo.</div><div class="p"> 20&#8212;&#161;Al infierno t&#250; y tu dinero! &#8212;le contest&#243; Pedro&#8212;. &#191;C&#243;mo has podido imaginar que el don de Dios es un objeto de compraventa? 21No es posible que recibas ni tengas parte en este don, pues Dios ve que tus intenciones son torcidas.#Sal 78,37. 22Arrepi&#233;ntete del mal que has hecho y pide al Se&#241;or que, si es posible, te perdone el haber abrigado tal pensamiento. 23Veo que la envidia te corroe y la maldad te tiene encadenado.#Dt 29,17; Jr 4,18.</div><div class="p"> 24Sim&#243;n respondi&#243;:</div><div class="p">&#8212;Orad por m&#237; al Se&#241;or para que nada de lo que hab&#233;is dicho me suceda.#Ex 8,4.24.</div><div class="p"> 25Una vez que Pedro y Juan cumplieron su misi&#243;n de testigos y proclamaron el mensaje del Se&#241;or, emprendieron el regreso a Jerusal&#233;n, anunciando de paso el evangelio en muchas poblaciones samaritanas.</div><div class="s1">Felipe y el ministro de la reina de Etiop&#237;a</div><div class="p"> 26Un &#225;ngel del Se&#241;or dio a Felipe estas instrucciones:</div><div class="p">&#8212;Ponte en camino y dir&#237;gete hacia el sur por la ruta que va desde Jerusal&#233;n hasta Gaza, la ruta del desierto.</div><div class="p"> 27Felipe parti&#243; sin p&#233;rdida de tiempo. A poco divis&#243; a un hombre, que result&#243; ser un eunuco et&#237;ope, alto funcionario de Candace, reina de Etiop&#237;a, de cuyo tesoro era administrador general. Hab&#237;a venido en peregrinaci&#243;n a Jerusal&#233;n 28y ahora, ya de regreso, iba sentado en su carro leyendo el libro del profeta Isa&#237;as. 29El Esp&#237;ritu dijo a Felipe:</div><div class="p">&#8212;Adel&#225;ntate y ac&#233;rcate a ese carro.</div><div class="p"> 30Felipe corri&#243; hacia el carro y, al o&#237;r que su ocupante le&#237;a al profeta Isa&#237;as, le pregunt&#243;:</div><div class="p">&#8212;&#191;Entiendes lo que est&#225;s leyendo?</div><div class="p"> 31El et&#237;ope respondi&#243;:</div><div class="p">&#8212;&#191;C&#243;mo puedo entenderlo si nadie me lo explica?</div><div class="p">E invit&#243; a Felipe a subir al carro y sentarse a su lado.#Rm 10,14. 32El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este:</div><div class="b"></div><div class="q"> Como oveja fue llevado al sacrificio;</div><div class="q"> y como cordero que no abre</div><div class="q"> la boca ante el esquilador,</div><div class="q"> tampoco &#233;l despeg&#243; sus labios.#Is 53,7-8.</div><div class="q"> 33 Por ser humilde no se le hizo justicia.</div><div class="q"> Nadie hablar&#225; de su descendencia,</div><div class="q"> porque fue arrancado del mundo de los vivos.</div><div class="b"></div><div class="p"> 34El et&#237;ope pregunt&#243; a Felipe:</div><div class="p">&#8212;Dime, por favor, &#191;de qui&#233;n habla el profeta, de s&#237; mismo o de otro?</div><div class="p"> 35Felipe tom&#243; la palabra y, partiendo de este pasaje de la Escritura, le anunci&#243; la buena noticia de Jes&#250;s.#5,42; Lc 24,27. 36Prosiguieron su camino y, al llegar a un lugar donde hab&#237;a agua, dijo el et&#237;ope:</div><div class="p">&#8212;Mira, aqu&#237; hay agua. &#191;Hay alg&#250;n impedimento para bautizarme#8,36: para bautizarme: Algunos mss., aunque no los m&#225;s antiguos y mejores, a&#241;aden aqu&#237; el v. 37, que dice: Respondi&#243; Felipe: &#171;No lo hay si crees con toda sinceridad&#187;. El et&#237;ope contest&#243;: &#171;Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios&#187;. ?#10,47; Mt 28,19.</div><div class="p"> 38El et&#237;ope mand&#243; parar el carro; bajaron ambos al agua y Felipe lo bautiz&#243;. 39Apenas salieron del agua, el Esp&#237;ritu del Se&#241;or arrebat&#243; a Felipe, y el et&#237;ope no volvi&#243; a verlo, pero sigui&#243; su camino lleno de alegr&#237;a.#8,8; 1 Re 18,12; Lc 24,31-32. 40Felipe, a su vez, se encontr&#243; en Azoto, circunstancia que aprovech&#243; para anunciar el evangelio en las ciudades por las que fue pasando hasta llegar a Cesarea.#21,8.</div>
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