Encuentros DivinosMuestra

Jesús ve lo invisible

Muchas veces podemos sentirnos tan solos, aun rodeado de personas, ¿no es cierto? Esto le pasaba al personaje del cual quiero contarte hoy, alguien cuya vida fue completamente transformada por medio de un encuentro divino con Jesús.

Juan 5 nos narra esta historia, dice la Palabra que, estando Jesús en Jerusalén para una celebración, caminaba por un estanque llamado Bethesda, donde había una multitud de enfermos. Estos enfermos estaban ahí porque creían que cada tanto un ángel agitaba las aguas y el primero en meterse al agua quedaba sano.

En medio de esa multitud Jesús vio a un hombre invalido, que durante 38 años había vivido enfermo. En medio de una multitud de enfermos, Jesús lo vio a él, fue directamente a él y le hizo la pregunta que quizá más anhelaba escuchar: ¿Quieres ser sano?

Pero este hombre al no saber quién era el que estaba frente a él, respondió lo que era su realidad; “Señor, respondió, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua y, cuando trato de hacerlo, otro se mete antes".

Ante esto Jesús respondió: ¡Ponte de pie, toma tu camilla y anda!

Solo Jesús puede realizar este tipo de milagros, y un encuentro con Él puede cambiarlo todo en nuestra vida. ¿Te has sentido solo/a? ¿Has sentido que no tienes a nadie? ¿Has sentido que nadie entiende tu dolor, preocupación, miedo o ansiedad?

Hoy quiero decirte que no estás solo y que Jesús te conoce, que Jesús quiere tener un encuentro divino contigo. Quiere sanarte, salvarte y cambiar toda tu vida, quizá parece que tarda, pero si puedes tener fe, puedes tener esperanza y saber que Jesús ve lo invisible y sana lo imposible.

Entonces mi amigo/a, tú que estas leyendo esto, yo no sé cual es tu necesidad, ni sé cuanto has esperado por una respuesta, pero lo que sí sé, es que nuestro Señor Jesús lo sabe, Él te ama, y te ha prometido nunca abandonarte, y puedes estar seguro que en medio de tu situación Él está obrando.

Por eso, hoy quiero invitarte a vivir con una expectativa de milagro, a la espera y con emoción de ver cuál será el próximo milagro que Dios hará en tu vida y a través de tu vida, porque tú mismo eres un milagro.