La Transformación Del AlmaMuestra

La Biblia en 2 Pedro 1:3-4, dice lo siguiente: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia".

En estos dos versículos, el apóstol Pedro nos deja ver dos cosas. En primer lugar, todo lo que necesitamos para la vida, y para nuestra devoción con Dios, ya nos ha sido dado. Recuerdo que en el seminario bíblico me enseñaron que todo significa precisamente eso, todo. En este caso, todas las cosas, significa eso, que todas las cosas ya nos han sido dadas. No nos van a ser dadas, sino que ya las tenemos.

Quizá te preguntes: Kenneth, ¿dónde están? Porque yo no las veo. Y sin duda alguna es una pregunta muy válida. Pero, lo que debemos entender en primera instancia es que esas cosas que ya tenemos, han sido depositadas en nuestro espíritu. En segundo lugar, nos habla que ya somos participantes de la naturaleza de Dios. Lo que significa que todos los que estamos en Cristo, ya tenemos la naturaleza de Dios habitando en nosotros. No tenemos una naturaleza de pecado, sino que tenemos la naturaleza divina. No tenemos dos naturalezas, solamente una, la divina.

Fíjate en el siguiente versículo porque es impresionante. «En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo» (1 Juan 4:17). Es importantísimo que cuando leamos la Biblia, no lo hagamos de forma rápida y precipitada, sino que podamos detenernos en ver los detalles de lo que estamos leyendo.

Es un consejo. Sé que hay planes de lectura, y que a veces leemos con prisa porque queremos cumplir con la lectura diaria, o al menos me declaro culpable de haberlo hecho. Pero, qué bueno es que disfrutemos lo que leemos, y le prestemos la atención necesaria, sin distracciones.

En este versículo de la primera carta de Juan, quiero que te fijes en los tiempos verbales que usa el autor, inspirado por el Espíritu Santo. Primero nos dice que, así como Él es, tiempo presente. Por lo tanto, no nos está hablando del Jesús que caminó en esta tierra, que se cansaba, que tenía hambre, etc... Ni tampoco del Jesús que fue clavado en la cruz, cargando con el pecado de toda la humanidad, sufriendo y muriendo, siendo separado del Padre.

Sino que nos está hablando en presente, es decir que nos habla del Cristo resucitado, del Cristo que en este momento está sentado en lugares celestiales, que está muy por encima de todas las potestades, principados, etc... Es de ese Cristo del que nos está hablando el apóstol Juan. ¡Wow! Esto es tremendo. Pero la cosa no acaba aquí, sino que todavía hay más. Sigue diciendo que así somos nosotros en esta tierra, o en este mundo. Nuevamente está usando el tiempo presente. No dice que así seremos nosotros en el futuro, o cuando estemos en el cielo. Sino que nos dice que ya lo somos. Por favor, amado, abraza esta verdad.