Generosidad silenciosa: dar sin esperar recompensaMuestra
Digámoslo con todas las letras: ¡habrá recompensa, pero solo para el que da sin esperar recompensa! Pero, antes que pensar en la recompensa que se deriva del dar silenciosamente, tenemos que dar. El principio espiritual es dar a Dios primero para recibir después: “Den y recibirán… La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio” (Lucas 6:38, NTV). “Den a otros, y Dios les dará a ustedes…Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes” (Lucas 6:38, DHH). El dar y el recibir van juntos. Solo si damos, nos colocamos en posición de recibir. Y la cosecha está determinada por la siembra. “El que da poco, recibe poco; el que da mucho, recibe mucho” (2ª Corintios 9:6, TLA). Nuestra generosidad es recompensada por Dios pero en la medida en la que damos. En ningún otro pasaje de las Escrituras se ve mejor este principio escritural que en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30). Antes de emprender el viaje, un hombre entregó su dinero a sus siervos con la intención de que lo multiplicaran. Todos invirtieron y ganaron en la misma proporción; menos uno que escondió el talento. ¿En manos de quién quedó el dinero que los siervos multiplicaron? En sus propias manos. Recibieron en la misma proporción en que habían invertido. El siervo que ganó cinco talentos se quedó con los cinco; el que ganó dos se quedó con los dos y el que no hizo nada no recibió nada.
Acerca de este Plan
Hay diferentes formas de dar. Podemos dar cumpliendo un deber, podemos dar demostrando orgullo y superioridad, podemos dar por interés o hacerlo desinteresadamente y por amor. ¿Cuál es la forma de dar que aprueba Dios?
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar