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El Dios Que AdoramosMuestra

El Dios Que Adoramos

DÍA 5 DE 5

Dios es omnisapiente: Me conoce

Pretender saberlo todo nos da un tinte de arrogancia, y cuando se evidencia que desconocemos cierto dato, nos invade la vergüenza. ¿Nos hemos preguntado por qué nos cuesta reconocer que no lo sabemos todo? Nos cuesta reconocer que somos limitados y eso no es fácil de admitir. Este atributo de la omnisapiencia solo lo puede tener Dios y eso marca una gran diferencia entre él y nosotros.

¿Qué conoce Dios?

El salmista dice en el Salmo 139: 1-2 que Dios lo ha escudriñado, esta palabra tiene la implicación de examinar, penetrar, excavar profundamente en la tierra en busca de metales preciosos. No quiere decir que Dios tiene que investigar, cual detective, para poder saber. Dios nos conoce de una forma íntima y exhaustiva. Y describe lo que conoce: sus acciones (pararse y sentarse), pensamientos (ve más allá de la fachada), su camino (el rumbo que está llevando), las palabras incluso antes de pronunciarlas, los sentimientos antes de sentirlos. Conoce todo nuestro ser.

Ahora, esa no es la única forma en la que Dios nos conoce. Él nos conoce tan profundamente que puede confirmar nuestra identidad. Cuando el Señor creó a Adán y a Eva, estableció la base de su identidad, dijo de ellos que eran hechos a su imagen y semejanza y que eran hombre y mujer. Saber que ellos llevaban el sello de Dios y que eso definía lo que ellos eran, era determinante en adelante. Su identidad determinaría cómo se relacionarían con su creador, con el entorno, con el otro y con ellos mismos. A lo largo de la Escritura, se corrobora esta verdad, somos conocidos por el Creador y su conocimiento confirma nuestra identidad.

Ser conocidos por Dios durante nuestro paso por este mundo no es todo lo que hay. Un día gozaremos de la eternidad, allí seremos conocidos plenamente porque nos veremos tal y como Dios nos ve.

Frente a esta verdad del conocimiento de Dios podemos responder, por lo menos, con cuatro acciones:

• Adorar: podemos intentar ocultar cosas a los que nos rodean, pero de Dios no podemos esconder nada porque él todo lo sabe. Tal realidad puede resultarnos aterradora. Si hicieran una película de todos los pensamientos que hemos tenido desde que nacimos hasta el día de hoy, probablemente no querríamos que se publicara. Qué maravilloso es saber que tenemos un Dios que todo lo sabe, ante quien no tenemos que editar la película porque ya la ha visto y aun así nos sigue amando. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar... Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien (Salmo 139:6, 13-14).

• Descansar: podemos descansar acerca del futuro y de lo que no conocemos. No hay que afanarse intentando saber lo que pasará, es inútil. Jesús habla del afán y la ansiedad que viene de preocuparnos por el día de mañana. Descansemos en Dios que no solo lo conoce, sino que tiene control de él. Él sabe lo que pasará mañana y cuáles serán nuestras necesidades. Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis... vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas. (Mateo 6:25, 31-34).

• Anhelar: podemos clamar, igual que el salmista, al saber que nadie nos conoce mejor que Dios: Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes (Salmo 139:23). El salmista sabe que, al ser conocido, puede reorientar su camino si va por un sendero errado (v. 24). Sabe que el camino de Dios es mejor que el suyo y que creerse sabio en su propia opinión es de necios (Proverbios 3:7).

Ahora, la pregunta sería cuántos genuinamente deseamos que Dios nos examine. Por un lado, Dios no va a encontrar algo que ya no sepa. Por el otro, ser examinados implica que tenemos que cambiar nuestra vida. Lo más difícil de este proceso es sacar el tiempo para meditar en los atributos de Dios y estar en su presencia para que nos haga una radiografía.

La radiografía de Dios nos mantiene en una actitud de sumisión y regocijo, al percibir el trato tan cercano de Dios con nosotros. Recordemos, Dios no nos examina para juzgarnos, sino para recordarnos cuánto lo necesitamos. ¿Cuántas son mis iniquidades y pecados? Hazme conocer mi rebelión y mi pecado (Job 13:23).

• Ser guiado: podemos confiar en que Dios es el más capacitado para guiarnos porque lo sabe todo. El Salmo 139:24 dice: Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno. Cuando hay urgencias médicas buscamos el profesional más especializado para que nos guíe. Ser guiado por Dios implica cambiar de camino y de planes, frecuentar menos ciertos lugares o dejar enfriar algunas amistades. Ser guiados implica ser discípulo, entendiendo que un discípulo es alguien que sigue a su maestro y no al contrario. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen (Juan 10:27). Qué bella forma de relacionarnos con Aquel que nos conoce a la perfección.

Tomado con permiso del libro Atributos de Dios de Óscar Jiménez.

¿Tienes una petición de oración? ¿Quieres testificar sobre lo que Dios hizo en tu vida a través de este plan? ¿Tienes preguntas? Contáctanos, estaremos felices de poder estar más cerca.

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Día 4

Acerca de este Plan

El Dios Que Adoramos

Cuando desconocemos los atributos de Dios, tendemos a crear nuestra propia versión de él. En otras palabras, creamos un dios a nuestra imagen y semejanza, ajustado a nuestros deseos. En este plan devocional descubre la grandeza del Dios que adoramos y las implicaciones que tiene en nuestro diario vivir.

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Nos gustaría agradecer a TRUE INFLUENCERS por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://conectarglobal.com/