Belleza RedimidaMuestra
¿A quién me parezco?
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27 RVR 1960).
Si eres madre o has tenido una madre cerca de ti, seguro has visto que tan pronto nace el bebé, todos empiezan a decir“se parece a la mamá”, “tiene los ojos del papá”, “tiene el lunar del abuelo”, y así, empiezan a buscar parecidos con sus familiares.
Esto es muy humano; siempre buscamos a quién parecernos y a quién seguir. Cuando éramos pequeños, nos poníamos los zapatos de nuestros padres y jugábamos con ellos. Por eso, en la era de las redes sociales, esto se ha vuelto tan fuerte, porque las personas tienen una voz mucho más potente y pueden llegar a miles con solo publicar una foto.
Sin embargo, esto es tan peligroso. Los famosos e influencers empiezan a realizarse ciertos procedimientos y todos empiezan a seguirlos; usan la nueva chaqueta de moda y todos empiezan a comprarla. El punto es que intentando seguir a aquellas personas, perdemos nuestra identidad, aquella que Dios creó, haciéndonos a imagen y semejanza de Él.
Si quieres seguir a alguien, evalúa que esa persona siga este estándar:“Y ustedes deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11:1 NTV). Si vas a seguir a alguien, que sea porque esa persona tiene como ejemplo a Cristo.
Si las personas van a ver un parecido en ti de alguien, ¡que esa persona sea Jesús!
Identifiquémonos con una persona (Jesús) y no con un cuerpo, maquillaje, ropa de moda, o cosas vanas que van pasando, porque nada de esto es eterno, Jesús sí lo es. Con maquillaje puedes tapar las ojeras del día o esos barritos que tanto te incomodan, pero nunca podrás cubrir el dolor de tu corazón; con una faja podrás disimular esos kilitos de más, pero nunca podrás quitar el peso que produce el pecado.
¿Sabes qué amo de Cristo? ¡Él nunca ocultó sus heridas! Y esa es la esperanza que quiero dejar con este plan en tu corazón: incluso si tuvieras un cutis perfecto, las medidas 90-60-90, un cuerpo súper tonificado y el cabello de revista, eso no te daría felicidad. El problema no está en tu apariencia; el vacío está en nuestro corazón. Nuestra apariencia física es pasajera y te aseguro que una talla menos no te dará felicidad. Quizás puedas verte mejor en las fotos y los likes te generen dopamina, pero después de que todo eso termine, el vacío seguirá estando.
Por eso quiero invitarte a disfrutar la presencia de Dios. Él mira tu corazón, no tu apariencia física. A Él le preocupan otras cosas... Además, Él, el diseñador por excelencia, quiso que te vieras así. ¡Porque para Él eres perfecta!
¿Qué tal si en lugar de seguir prestando atención a ese gordito en el abdomen que te incomoda, buscas perfeccionarte en el amor, el gozo y la paciencia? ¿Qué tal si en vez de buscar realizarte una liposucción, más bien trabajas en ti y en tu amor propio? ¿Qué tal si en lugar de compararte con la vecina, buscas parecerte más a Jesucristo?
Jesús entregó su cuerpo por amor a nosotros. Mi invitación es para que puedas entregarte tú a Él. Amando y valorando cada parte de Su creación: TÚ.
Vuélvete a Dios, pero esta vez con una motivación correcta, no realizando la última dieta de moda porque quieres verte más delgada, sino porque comer verduras y frutas te hará muy bien. ¡Una cosa es cuidar el templo del Espíritu Santo y otra muy diferente obsesionarte con la apariencia física!
Acerca de este Plan
¿Cansada de perseguir el estándar de belleza impuesto por la sociedad? Descubre una nueva perspectiva en nuestro plan de tres días. Abraza tu identidad en Cristo y encuentra paz en Su amor incondicional. ¡Descubre la verdadera belleza en ti!
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Nos gustaría agradecer a Kelly Vanessa Vanegas Pérez por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://instanteindeleble.com/