Creer Y Descansar, La Decisión a TomarMuestra

Estamos viviendo la generación del “hacer”; te has fijado en esas libretitas que venden en las librerías y les encanta a la gente de esta generación porque dicen “To - do, por hacer". Por hacer, por hacer, y por hacer, y pasa lo mismo con la fe, porque tenemos grabado en la mente que nuestra vida tiene que basarse en una fe “To – do”, de obras. Y se nos ha olvidado que nacimos en el reposo de Dios, para vivir en su reposo. Si Dios quisiera que nosotros viviéramos con el “chip del To do, o por hacer” nos hubiera hecho el primer día del Génesis.

Doy gracias al Señor porque con estas cosas, lo de la boleta y la libreta del “To-do”, “por hacer”, el Señor me ha enseñado, que en muchos momentos de nuestra vida tenemos que desacelerar, o soltar la libretita. Y el desacelerar implica para nosotros, poner límites, o “pararnos en la raya” como decimos en latinoamérica.

Pararnos en la raya, con la familia, los hijos, el trabajo, todo. Las que somos madres me van a entender porque las mamás queremos hacerlo todo. Y pasa lo mismo con los matrimonios; si no paramos, si no nos desaceleramos, los matrimonios se vuelven tóxicos por las mil cosas que saturan nuestra relación, y ahí es donde llegan las cuentas, porque las relaciones se vuelven tan tóxicas que prefieren contemplar la idea de separarse, en lugar de contemplar la posibilidad de ver cómo desaceleran juntos, la carga que les agobia.

Pensando en estas reflexiones, recordé las leyes de Newton, la primera ley dice que un objeto no cambia su movimiento a menos de que actúe sobre él una fuerza mayor. Y esto precisamente fue lo que me pasó aquel día que iba “Volada”, a 49 millas por hora, y no vi la señal. Pero, apenas vi que el policía venia detrás de mí, pare de forma inmediata, el policía era la fuerza mayor que me hizo detener el vehículo. Lo que nos permite recordar que todo en la vida tiene un límite y necesitamos parar a tiempo.

La segunda ley de Newton dice que, los objetos más pesados necesitan una fuerza mayor para moverlos. Lo cual, nos permite recordar que, si somos dóciles como el barro, Dios, nuestra fuerza mayor, nos moldeará con amor. Pero, si somos como el hierro, tercos y endurecidos, viene un martillo, viene el golpe del martillo sobre el cincel, para darnos forma. ¿Y sabes qué dice la Palabra de Dios? Dice que fuimos creados para ser moldeados por Dios y al final cada uno decide ser barro o ser hierro.

¿Qué tal tú? ¿En qué momento de tu vida te encuentras? ¿Estás permitiendo que Dios te moldee como el barro o estás justo en el momento donde necesitas desacelerar? Recuerda, creer y descansar es la decisión a tomar.