Liderazgo Espiritual en El HogarMuestra

La soberanía de Dios

Como hombres, se nos dio más de una responsabilidad en la Palabra de Dios. Somos llamados a amar a nuestra esposa e instruir a nuestros hijos. También tenemos la responsabilidad de proveer, proteger y guiar a nuestras familias. Las Escrituras describen esto como el papel dado por Dios a un hombre con respecto a su familia.

No podemos sentirnos satisfechos porque estamos teniendo éxito en un ámbito si estamos descuidando otro. Si veo lo que estoy haciendo en la esfera financiera y pienso: «Soy un buen proveedor para mi familia», pero no estoy pasando tiempo con mis hijos ni con mi esposa, entonces estoy fallando en una de mis áreas de responsabilidad. Debo recordar que tengo más de una asignación dada por Dios. Mi responsabilidad no es solo proveer financieramente.

Hay lugar en el matrimonio cristiano, de ambas partes, para la corrección. Mi esposa y yo estamos llegando a los 38 años de casados. Ella me ha corregido muchas veces. Hay una manera de que ocurra la corrección, que honra a Dios y a nuestros roles: las distinciones que Dios ha asignado a los sexos.

Al hablar sobre la confianza de una esposa en el juicio del esposo, es algo hermoso recordar que Dios está obrando a través de las autoridades que él ha asignado sobre nuestras vidas de manera que trascienden a las mismas autoridades. Cuando la esposa piensa que podría haber tomado una mejor decisión si hubiera tomado la iniciativa, necesita recordar que Dios no se limita a las habilidades y capacidades de la persona con autoridad sobre nosotros. Incluso a través de malas decisiones (no decisiones pecaminosas), una familia puede terminar en un lugar muy bueno, porque Dios tenía un plan incluso para esa situación.

Las esposas pueden confiar en que el Señor estará obrando en la toma de decisiones de su esposo, siempre y cuando honre a Cristo. Esa confianza no significa que las esposas puedan dejar de crecer espiritualmente o que no proporcionen sus puntos de vista, compartan de su sabiduría o dejen de recurrir a sus esposos. Pero, después de que la pareja haya orado junta e incluso cuando no pueden llegar a un acuerdo, si el esposo decide, la esposa debe dejar que su esposo lidere.

Y si resulta ser una decisión que ella no cree que sea la mejor, debe confiar en que nuestro Dios soberano está obrando incluso ahí, para su gloria, para el bien de ella y el de su familia. Incluso si la decisión trae algunas dificultades, incluso si significan algunos errores, podemos sobrevivirlos y el Señor puede hacernos crecer a través de ellos.