Diario De Una Mujer Estéril FértilMuestra

Perseverando en la obediencia y la fe

Hoy reflexionamos sobre la importancia de perseverar incluso cuando el tiempo y las circunstancias nos desafían.

Comprendo la lucha interna al enfrentar la espera mensual, la incertidumbre y la posibilidad de desilusiones recurrentes. He comprendido que no debo entrar en conflicto con Dios cada vez que se acerca mi período. No puedo entristecerme por saber que aún no es el momento. Si afirmo tener fe, debo confiar en Su voluntad y no estoy quitándole validez a mis sentimientos, estoy colocando mi confianza en Él.

Puede ser que dentro del plan de Dios deba esperar cinco, diez o incluso quince años más. No hay fuerza que resista tantas desilusiones, y cualquier fe se debilitaría si mes tras mes esperara un «sí» y recibe un «espera», que en ocasiones parece un «no».

Dentro del plan de Dios, la espera puede extenderse a periodos inesperados. La historia de Pedro nos enseña sobre la obediencia y la recompensa divina. A pesar de estar exhausto, Pedro obedece la instrucción de Jesús de ir más profundo, y su red se llena de peces. Esta historia resalta que la obediencia es una expresión suprema de amor.

Reflejemos en nuestra vida la obediencia de Pedro. Aunque la fatiga y las desilusiones intenten debilitar nuestra fe, recordemos que, en Su Palabra, perseveraremos, como nos insta Proverbios 3:5-6: "Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas".

La obediencia, en su esencia, es un acto de confianza en la soberanía y el amor de Dios. Jesús mismo nos recuerda en Juan 14:15: "Si me aman, obedecerán mis mandamientos". La obediencia no es un deber pesado, sino una expresión de amor y confianza en la guía divina.

Al enfrentar las incertidumbres de la espera, recordemos las palabras del apóstol Pablo en Efesios 3:17-21: "Y pido que, por medio de la fe, Cristo habite en sus corazones. Y ruego que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la total plenitud de Dios".

Oración: "Amado Señor, en medio de la espera y la fatiga, elijo confiar en Tu voluntad soberana. Reconozco mis debilidades, pero como Pedro, deseo obedecer. Llena mi red, Jesús, aunque a veces me sienta agotada. Renuevo mi compromiso de perseverar en Tu Palabra y en la obediencia, confiando en que Tu amor por mí es inagotable. En el nombre de Jesús, amén".

Recuerda que en la obediencia y la perseverancia en la fe, encontramos la plenitud del amor inagotable de Jesús. Él conoce tus luchas y está contigo en cada paso de tu camino hacia la maternidad. En este proceso, descubrimos la profundidad del amor divino, que va más allá de lo que podemos comprender. Que esta reflexión te fortalezca y te inspire a seguir confiando en el plan perfecto de Dios para tu vida.