¿Cuál Debe Ser Mi Prioridad Financiera?Muestra

Busca la libertad

Muchos cristianos están preocupados por cómo pagar sus deudas. Lo más sensato para hacer financieramente, es evitar endeudarse. Si tenemos alguna deuda, tenemos que pagarla. Sin embargo, es mejor no endeudarse en primer lugar. La deuda nos paraliza financieramente y nos impide hacer muchas cosas que queremos lograr para el reino de Dios. La deuda nos impide hacer la obra del Señor y disfrutar de la vida que desea que disfrutemos.

Nuestra ofrenda al reino y otras prioridades financieras se ven afectadas por nuestras malas decisiones del pasado. En primer lugar, tenemos que reconocer tales errores. Las malas decisiones financieras no son imperdonables. Tenemos que ir al Señor en oración y pedirle que nos perdone por los errores que hemos cometido con el dinero. Podemos orar de esta manera: «Padre, perdóname porque no he confiado bien en algunos ámbitos de mi vida en el pasado. Traté de proveerme por mí mismo. Entré en bancarrota tratando de conseguir las cosas que quería. Tal vez las cosas que quería no eran buenas, o las conseguí de la manera equivocada. Perdóname y ayúdame a confiar plenamente en ti con todo mi corazón». Podemos arrepentirnos de nuestras malas acciones. Entonces, podremos tomar mejores decisiones financieras.

Para tomar las mejores decisiones para el futuro, es necesario buscar la libertad financiera. Si sabemos que adquirir un artículo nos hará endeudarnos seriamente, debemos esperar y ahorrar para adquirir este artículo o encontrar una alternativa más económica. Debemos orar antes de hacer cualquier compra importante, verificar si tenemos la paz de Dios para ello. También debemos consultar con nuestro cónyuge, si estamos casados o buscar consejos sabios si somos solteros.

Buscar la libertad financiera de la deuda es otra manera de honrar al Señor con nuestras finanzas. Mantenernos libres de deudas nos da mayor libertad para servir al reino de Dios. Podemos obedecerle con nuestra donación en cualquier momento que lo pone en nuestro corazón para bendecir a la iglesia o a otra persona. De esta manera, sometemos nuestros deseos a él. También confiamos en su voluntad y tiempo para nuestra vida. Ejerciendo la templanza en nuestras decisiones financieras, declaramos que Jesús no es solo nuestro Salvador, sino también es el Señor de todo lo que tenemos, incluso de nuestras posesiones materiales.