Cómo Lidiar Con El SufrimientoMuestra

Hay esperanza

Curiosamente, la mayoría de las referencias al sufrimiento en el Nuevo Testamento no se refieren a los tipos comunes de dolores con que se enfrentan todas las personas, sino a persecuciones, de una u otra forma. Las Escrituras se refieren al sufrimiento como un privilegio. No porque hayas pecado o hayas cometido algún tipo de maldad, sino por causa de la justicia. La versión del mensaje lo expresa así: «Siendo que Jesús pasó por todo lo que estás pasando y más, aprende a pensar como él. Piensa en sus sufrimientos como desprenderte de ese viejo hábito pecaminoso de esperar obtener siempre tu propio camino». Considera que es un privilegio que sufras junto con Cristo, y que el mundo te irrespete como lo hizo con él.

Pedro dice: «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría». El sufrimiento es algo para lo que deberíamos estar preparados y no nos dejemos sorprender por eso. El dolor y la tristeza es algo que puedes esperar en esta vida.

La Palabra de Dios no solo te alienta a prepararte, sino también a alegrarte a través de tu sufrimiento. En el libro de Romanos, el Apóstol Pablo dice: «Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza». No estás solo en tu sufrimiento, tienes de tu lado al Dios consolador y quien da esperanza. Puedes regocijarte a través de tu sufrimiento entendiendo que hay esperanza.

Cuando entiendes las promesas que Dios tiene con y para sus hijos, entonces aun en tus preocupaciones puedes descansar y regocijarte. El dolor puede estar presente, pero tu corazón será lleno de paz, esperanza y amor. Es una situación extraña de explicar cuando tú no conoces a Cristo, pero cuando lo conoces, sabes que el fruto de su Espíritu puede llenarte con lo que necesitas para enfrentar el dolor. Recuerdo el día que mi padre murió de un ataque al corazón, nuestros hogares se encuentran a corta distancia uno de otro. Recuerdo estar sentado en la entrada con mis cuatro hijos, todos menores de 12 años y tener que explicarles que su abuelo se había ido al cielo. Más tarde esa noche, caminaba de regreso a la casa de mi madre para invertir tiempo con ella, miré al cielo y vi la luna. Nunca olvidaré esa noche, miré al cielo y recordé la vastedad de la creación y la soberanía de nuestro Dios. Mi corazón nunca estuvo más triste, aunque al mismo tiempo había gozo en mí. Había esperanza en mi corazón. Esto es lo que podemos experimentar como hijos de Dios. La esperanza y el gozo son tuyos para disfrutar.