Cómo Superar La IraMuestra
Liberarse de la ira
La ira puede convertirse en el ruido de fondo de tu vida, transformándose en amargura, irritabilidad o resentimiento. ¿Cómo puedes soltarla y encontrar la paz? La ira en sí misma no es mala. Pero puede llevarnos a arremeter contra los demás, a aferrarnos a pensamientos negativos o a tratar a las personas de un modo que no merecen.
Podemos liberarnos de sentirnos controlados por nuestra ira y sus efectos negativos. Podemos aprender a procesar nuestra ira con Jesús y con los demás, y a sanar cuando recibamos la ayuda que necesitamos. ¿Cómo empezamos?
Primero, ponle nombre. Si has estado acostumbrado a ocultar tu ira a los demás, puede que tengas que analizar detenidamente las palabras que utilizas para expresarla. Quizá tiendes a decir: «No estoy enfadado; estoy molesto». O: «No estoy enfadado; estoy frustrado». O: «No estoy enfadado; la verdad es que no sabes aceptar una broma». O: «No estoy enfadado; solo déjame en paz». Reconocer el enfado es el primer paso, y si estás leyendo este devocional, ya has empezado.
En segundo lugar, permítete sentir tu enfado. Es un paso difícil, porque a muchos nos han dicho que la ira es pecado y hemos aprendido a reprimirla. Pero sentir ira forma parte de ser un humano sano que siente otras emociones como la pena y la tristeza. Tenemos que procesar nuestra ira. Esto requiere que examinemos por qué estamos enfadados. Recordar la injusticia, el abuso o la negligencia que desencadenaron nuestra ira es doloroso. Podríamos desear vengarnos, pero la Palabra de Dios nos previene contra esta tentación. Podemos perdonar entregando los agravios que nos han hecho a Dios, el Juez justo. Esto no es dejar a la gente libre de culpa; es dejar que Dios resuelva las cosas.
En tercer lugar, determina qué hay detrás de tu ira para poder abordarlo. ¿Qué miedo te ha llevado a confiar en la ira? ¿Qué mentiras has creído? Quizá te sientas rechazado, no seguro, no afirmado o invalidado. El diablo es el padre de las mentiras, pero no tienes por qué escucharle.
En cuarto lugar, procesa tus sentimientos con Dios y con los demás. Permite que Dios te consuele. Hazle saber tus preocupaciones y tu dolor. Las personas seguras pueden ayudarte a pensar en el pasado y en las formas en que te acostumbraste a emplear la ira como defensa. Pueden ayudarte a procesar tu dolor, afirmar tus sentimientos y darte nuevas experiencias de sentirte seguro y aceptado.
Por último, lucha por creer en la verdad y no en la mentira. En lugar de verter energía en guardar rencores, idear réplicas y tramar venganzas, busca la ayuda de Dios y su Palabra, que es «capaz de edificarte» (Hechos 20:32). Recuerda que Él te ama, te valora y es tu Protector. Puedes dejar atrás la ira no sana. Es posible. No tienes por qué seguir enfadado. Puedes ser libre.
Dios, creo que tú puedes sanar esta parte de mi vida. Ayúdame a superar mi ira. Quiero ser libre.
Para obtener más ayuda y recursos sobre cómo superar las luchas emocionales y de salud mental, consulta: resolutionmovement.org.
Acerca de este Plan
La ira puede consumirlo todo. Nos roba la alegría, puede destruir relaciones, contribuye a problemas de salud e incluso a la adicción. Pero es posible obtener la victoria sobre la ira. Este plan devocional de tres días te mostrará cómo. No tienes por qué seguir malhumorado ni perder los estribos. Con la ayuda de Dios, puedes aprender a vencer la ira.
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Nos gustaría agradecer a El Centro por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://resolutionmovement.org/