Noche De Paz, Noche De AmorMuestra

Cuando pensamos en la noche en que Jesús nació, la escena en el pesebre, el heno, los animales, el lugar oscuro y frio, precisamente “paz” no sea la primera palabra o pensamiento que nos viene a la mente.

En el relato de Lucas sobre la historia del nacimiento de Jesús, leemos que mientras María estaba embarazada, ella y José viajaron aproximadamente unos ciento veinte y nueve kilómetros a lomo de un asno hasta Belén, debido al censo de Augusto César.

Al llegar, la pareja encontró que no había habitaciones disponibles, por lo que María tuvo que dar a luz al Salvador del mundo junto a los animales de la granja en un establo.

No sé tú, pero a mí, no parece que María y José hayan tenido la experiencia más cómoda o fácil del mundo. Hoy día es incómodo, por no decir insoportable, para una mujer en su octavo mes de embarazo, viajar en un vehículo por más de treinta minutos, cómo habrá sido el viaje para María que iba en el asno en su octavo mes de embrazo. ¡Te lo puedes imaginar!

Ahora, piensa en el alumbramiento, “un establo” ¡qué es esto por favor! El Rey del Universo venir a nuestro mundo y nacer en un establo con olor a estiércol y su cuna o “moisés” como dicen hoy día a la cuna del bebe recién nacido, ser el lugar donde comen los animales. Sin duda alguna, esto no pinta una noche de paz.

Pero, es precisamente lo que Dios quiere que entendamos sobre la noche de la Navidad. Paz, no porque las condiciones del nacimiento de Su Hijo hubieran sido las mejores del mundo. No, paz, porque el Dios del universo, nos estaba mirando con misericordia y porque había enviado a nuestra vida al Príncipe de Paz.

El diablo, como siempre, quiso también empañar este cuadro hermoso de la gloria y la bondad de Dios, con la matanza de los niños por parte de Herodes, registrada por el Evangelio de Mateo Cap.2:13- 23.

¡No sorprende darte cuenta hoy día que las argucias de Satanás no han cambiado! Él siempre usará todo lo que esté a su alcance, para intentar robarte la paz y el gozo que el Señor trae a nuestras vidas. Parte de la invitación con estas reflexiones es que sepas que la fe no es algo que se viva o maneje a través las emociones o estados de ánimo. La verdad que Dios dice de ti, a través de la persona de Jesús, es lo que te define, establece y afirma. No las mentiras del enemigo. Por tanto, no debes permitir que tus emociones o circunstancias dicten o nublen tu perspectiva frente a las promesas de Dios.

María y José probablemente se sintieron frustrados y cansados, lo que los hizo aún más susceptibles a los planes del enemigo. Sin embargo, su conocimiento del don y la promesa que tenían de parte de Dios les ayudó a perseverar, aún en medio de las más difíciles circunstancias.

Atesorar y reflexionar sobre una verdad o promesa de Dios en tu corazón significa más que simplemente pensar en ello. Es hacerlo tuya, sembrar la promesa en la tierra fértil de tu corazón. El objeto de su atesoramiento, es decir, el valor que le des y reflexión o meditación continua en la verdad de Dios, se convertirá en última instancia en la fuente de tu identidad, motivación y alegría. En este caso, María y José hicieron del objeto de su tesoro a Jesús y, como resultado, la paz que sólo Él puede proporcionar. Les llenó, no solo la mente, sino también el corazón.

A pesar de que el mundo que nos rodea se hunde más y más en la oscuridad, el caos y la inestabilidad, tú y yo, podemos caminar con confianza y valentía porque nuestros cimientos se han construido sobre el amor y la obra de Jesús, nuestro Príncipe de Paz.

¡Este es sin lugar a dudas el regalo más preciado y necesario que todos podemos recibir y compartir en esta Navidad!