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Cuando los problemas vienen y se quedan

A veces, algunos problemas vienen y se van; unos no son tan graves, y podemos enfrentarlos de la mejor manera, o con la mejor actitud entendiendo que pasarán. Mientras que otras veces llega ese tormentoso problema que vemos imposible de resolver, nos atormenta y no vemos salida alguna. Pensando muchas veces en que lo mejor sea desistir y hasta preguntarnos: «¿Por qué Dios?, ¿por qué yo?». Aun en ese momento consideramos mil cosas más y hasta sentimos que esas palabras inmortales de Shakespeare se quedan grabadas en nuestra vida: «Un alma desgraciada, oprimida por la adversidad». Este tipo de opresiones afectan de muchas maneras nuestra vida, ya que nuestra mente es tan poderosa que nos lleva a aplastar nuestro espíritu e incluso opacar nuestra esperanza y complicarlo todo aún más.

Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de esto? Bien, la Palabra de Dios se encuentra de frente con la verdad de los problemas constantes, mencionando numerosas veces las opresiones de la adversidad. En los Salmos, el rey David les recuerda a todos los fieles a través de los siglos que «Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo libra el Señor» (Salmos 34:19). Incluso si haces un estudio profundo acerca de este libro de los Salmos, también Proverbios y Eclesiastés, notarás que hubo bastante confusión, problemas y aflicción.

Dicho esto, hoy debes entender que mientras pasamos por tribulaciones, no debemos dejar que se queden para siempre, al contrario, hay que enfrentarlas, entendiendo el propósito de ello sin nunca perder la esperanza y reconociendo que para poder enfrentarlo de la mejor manera debemos siempre pedirle esa sabiduría a Dios para mantenernos firmes en medio de la prueba.

Oración:

Señor, hoy te entrego aquella tribulación que me aflige y me oprime; entiendo que debo depender de ti para poder enfrentar cada problema. Dame la sabiduría para tomar las mejores decisiones. ¡Amén!