Una mujer como túMuestra

Agar: Los desiertos de la vida

Las experiencias vividas por Agar nos enseñan algo de suma importancia acerca de Dios y es que Él nos encuentra cuando vagamos en lugares desiertos.

Los desiertos de la vida muy bien pueden compararse con la depresión. Se trata de ese lugar árido donde tienes la sensación de que miras hacia los cuatro puntos cardinales y no ves nada.

Desde hace algunos años, atiendo a una paciente que batalla contra la depresión. Es una mujer de Dios y me ha contado que para ella es muy fácil identificarse con Agar, debido a que ha estado en el desierto y también allí ha sido como encontrarse cara a cara con el Dios Viviente. Dice que su desierto es la depresión, y que es un lugar donde la incertidumbre, el dolor, la pesadumbre y la oscuridad la acompañan día tras día. Aun así, sabe que en medio del dolor, la fatiga y el cansancio existe alguien que le dice: «No estás sola. Yo, tu Dios, estoy contigo. Podrás salir victoriosa y, porque te amo, te haré libre».

Dios siempre llega a nuestra vida como llegó a la vida de Agar. Lo ha hecho con esta paciente y lo hace en tu vida también.

En cierta ocasión, mi paciente se encontraba llenándole unos documentos a una persona en su trabajo. A pesar de su profunda depresión, hacía un esfuerzo monumental para poder estar en su escenario laboral y poder cumplir con sus funciones.

Tiempo después se encontró a la persona a la que le estaba llenando los papeles y le dijo a mi paciente que ese día había visto a su lado una figura que brillaba y no podía ver su rostro. Pensó:¡Qué bonito es mi Jesús! Esperó el momento perfecto para que supiera que, a pesar de que pensaba que estaba sola y que Él no me escuchaba, estaba equivocada. ¡Él siempre estuvo conmigo!

Deseo con todo mi corazón que si has estado en el desierto de la depresión, grabes estas palabras en tu alma hoy:

Más allá de las pérdidas y de las experiencias tan duras que te han tocado vivir, hay un horizonte. Aunque te sientas dentro de un laberinto donde no puedas ver la salida o dentro de un túnel donde no puedes ver la luz, hay esperanza para ti. El Señor te encuentra en ese desierto. Él tiene grandes propósitos preparados para ti. ¡No te rindas!

Agar, una mujer esclava no israelita, carente de poder o de estatus social, es la primera persona registrada en la Biblia que la visitó un ángel del Señor. ¡Es la única persona en la Escritura en ponerle un nombre a Dios, El Roi, ¡«el Dios que me ve»! En medio del dolor y las dificultades, Agar recibe la bendición y las promesas de Dios. Estas son buenas noticias para aquellas de nosotras que sabemos que no somos perfectas, que hemos andado en lugares desiertos, que hemos llorado, que hemos tenido que salir corriendo de una situación y que podemos ser sobrevivientes de maltrato, abandono o de rechazo.

Dios Eterno:

Aunque soltar no es una tarea fácil, estoy segura de que con tu ayuda y fortaleza no hay nada que no sea capaz de lograr. Puedo reconocer que dentro de mí hay puntos sensibles, heridas que no están cerradas por completo y asuntos difíciles que consideraba resueltos.

Hoy, Padre Celestial, por tu sublime gracia me diriges con amor hacia mi restauración. Me guías a desatarme de las cadenas de opresión y amargura generadas por la frustración, el coraje hacia quien me lastimó y la falta de perdón. Disfruto del hermoso regalo de perdonar y soltar toda consecuencia del daño que me infligieron.

Me comprometo a detener toda tristeza y a no darle cabida a la depresión ante lo que ya pasó y que, en este instante, no puede cambiarse de manera circunstancial, pero sí edificarse en mi interior. Reconozco que solo el poder del perdón puede mantenerme con paz dentro de tu voluntad y siendo llevada hacia adelante en el fluir ascendente de tus planes eternos para mi vida.

Tú encontraste a Agar en el desierto y escuchaste el llanto de su hijo. Te pido que oigas el llanto de mi alma y las necesidades de nuestros hijos. Abrázanos y socórrenos con tu amor para poder descansar en tus dulces brazos.

En el poderoso nombre de Jesús, amén.