5 Pautas Para No DesmayarMuestra
Identifica el suelo real donde pisas
Si la primera pauta para no desmayar tenía que ver con identificar nuestras limitaciones y meter a Dios en la ecuación, la segunda está íntimamente relacionada con ella. Necesitamos saber cuál es el verdadero estado de la cuestión, y eso pasa por entender, no solo la grandeza de nuestras limitaciones, sino la grandeza del Dios de que estamos hablando y hacerlo correctamente.
Este Señor es el que es desde siempre y para siempre, el inconmovible, aquel por quien el Universo es sostenido. Él es luz que guía y salvación para quien clama a Él. No hay oscuridad que Él no pueda iluminar ni situación tan compleja que no pueda salvar. Eso sí, es fundamental que entendamos bien qué significa la salvación de Jehová y qué NO lo es, para no llevarnos a error ni a sorpresas, porque de ahí vienen buena parte de nuestros desmayos en el día malo.
La comprensión que como humanos tenemos de Dios es bien pobre. Nuestra mente no da para mucho cuando se trata de entender Su carácter y Sus pensamientos. Pero añadido a esto, en esa imagen superficial de Dios que solemos componernos, lo retratamos como una especie de máquina expendedora a la que acudir cuando tenemos problemas y que debe responder, si realmente es poderoso, con esa salvación que estamos pidiendo tal cual la hemos imaginado.
La imagen mental de la salvación que componemos en nuestra cabeza normalmente implica que el problema que nos acucia desaparezca. Sin embargo, en la mente de Dios esto no suele ser así. Él no transforma tanto la situación como nos transforma a nosotros en medio de ella y Su salvación, por tanto, llega a nosotros en formatos inesperados.
Cuando no entendemos esto correctamente, nos decepcionamos de Dios porque distorsionamos Su imagen. Creemos que Él no tiene el poder que dice tener, o de otra forma nos hubiera rescatado tal cual imaginamos. Él nunca prometió ciertas cosas, pero nosotros damos por hecho que eso significa Su salvación, cuando no es así.
¿Qué implica, entonces, que Dios sea la fortaleza de nuestra vida? A veces implica una defensa cual muralla, y que el mal o el dolor no nos toquen, pero frecuentemente tiene más que ver con nuestro fortalecimiento en términos de dependencia, crecimiento y madurez agarrados de Aquel sin el cual nada podemos hacer. A Él clamamos porque es el suelo firme sobre el que pisamos.
Escritura
Acerca de este Plan
«En el día del mal», como lo llama David en el salmo 27, muchas cosas pueden suceder, pero una de las más probables es que desmayemos. La convicción de nuestra fragilidad llega con ímpetu cuando luchamos contra los avatares de la vida y en esos momentos es donde resulta especialmente clave estar bien anclado a Dios. Concretémoslo, entonces, en 5 pasos clave que no pueden faltarnos en esta tarea.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/