¡No alimentes cobras!

Un europeo que estaba de visita en una aldea en la India, hablaba con un lugareño y mientras lo hacía se apoyaba contra el muro de una casa. De repente, una mujer salió del lugar gritando muy agitada:

—¡Aléjese de aquí!

—Pero ¿por qué? —preguntó sorprendido el europeo.

—¿Ve usted esta hendidura en el muro? Dentro de algunos minutos saldrá una cobra para beber este tazón de leche que le he preparado.

El hombre no se hizo de rogar. Retrocedió unos pasos y aguardó curioso, pero inquieto a la vez. Pronto la cabeza de la cobra apareció y su largo cuerpo se desenrolló. Tomó la leche hasta la última gota y se metió otra vez en la hendidura.

Algunas semanas más tarde, el europeo volvió por la aldea y cuando pasaba por la casa donde había visto a la cobra, se encontró con el propietario vestido de luto.

—Mi esposa ha muerto —dijo el hombre, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Ha muerto? ¡Pero me pareció que gozaba de buena salud!

—Sí, pero la cobra la mató. Tomó su leche, como de costumbre, cuando por descuido mi esposa la tocó con su pie. El animal se dio vuelta y la mordió. Poco tiempo después, ella murió.

No juegues con el pecado

En muchas ocasiones vemos el pecado como algo inofensivo, creemos tenerlo bajo control. Algunos lo alimentan con mucho cuidado, como la mujer del relato, pensando que así estará tranquilo y nunca les dañará. Sin embargo, lo cierto es que no debemos jugar nunca con las tentaciones y los pecados, por el contrario, en estos casos, es de valientes huir.

No te pongas a medir fuerzas con el diablo. Si bien en Cristo somos más que vencedores, también se nos exhorta a resistir al diablo (Santiago 4:7).

No es sabio ni coherente criar a un animal que puede terminar con tu vida en cualquier momento. Del mismo modo no es sensato cuidar con esmero la envidia, los celos, la amargura, la mentira, los vicios y tantas cosas más que solamente terminarán por robarte la paz, el gozo, tus sueños, tu familia y hasta tu relación con Dios.

Antes de estar alimentando todas esas cobras que acabarán con tu vida, deberías esmerarte más en buscar y cultivar el Fruto del Espíritu Santo que describe Gálatas 5:22-23.

Si has estado criando una cobra como si fuera una mascota, es tiempo de deshacerte de ella; no vaya a ser que después sea demasiado tarde y termine matándote.