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DÍA 1 DE 3

UNA FE FERVOROSA

“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros” (Hebreos 11:32-34).

La fe no ha de ser un mero asentimiento mental, un manojo de teorías sobre Dios y sobre la vida. La fe tiene que ser práctica, visible, trascendente. El escritor de la carta a los Hebreos así lo presenta, hombres y mujeres con una fe arriesgada, vehemente, desafiante, que hicieron cosas espectaculares por medio de la fe. Que digo espectaculares… hicieron cosas imposibles. Si no, ¿cómo explicar el hecho mismo de tapar bocas de leones, como lo hizo Daniel, sin sufrir ni un solo rasguño o que alguien pueda sólo contra un ejército numeroso armado hasta los colmillos?

Una fe famélica no sirve de mucho. Una fe tambaleante, con dobleces, será ineficaz ante los formidables retos de la vida. Somos llamados por Dios a una fe sólida, vigorosa, con un empuje trepidante para la gloria de Dios. Es nuestra fe el elemento definitivo para triunfar sobre el sombrío mundo (1 Juan 5:4) Sobre Satanás (Apocalipsis 12:11) y sobre nuestro yo frágil y dubitativo (Hebreos 11:6).

La fe no es un sentimiento cambiante, no está sujeta a las circunstancias y va más allá de la razón, es por ello que es un don de Dios. Cada uno ha recibido una medida de fe. Esa fe se fundamenta en la Palabra de Dios y se proyecta a golpe de promesas divinas. Por tanto, la fe no obedece a estados de ánimos, sino a una fuerte convicción en Dios, a una seguridad consistente en el hecho indiscutible de que Dios es fiable. La fe nunca se trata de nosotros, sino de Dios, de su inmutable carácter, y de sus imperecederas verdades.

Nuestra fe no es pusilánime, sino osada. Nos define ese halo de aventura que es la enseña indiscutible de todos los que hemos sido redimidos. No vivamos en la quietud irrelevante de la falta de acción, de la comodidad a la que aspiran los cobardes. Somos llamados a la acción, a la fe conquistadora que nos modeló Cristo, a impactar al mundo por medio de un obrar en el poder de Dios.

Día 2

Acerca de este Plan

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Una vida fervorosa en Cristo es una vida en la voluntad de Dios. Él desea que andemos en una vida plena, entusiasta, vigorizada por el optimismo y el gozo triunfante de la fe. Por eso en este plan bíblico quiero animarte a una vida así, para la gloria del nombre de Jesús.

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Nos gustaría agradecer a Como Jesús por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/osmanycruz/