Conoce la PalabraMuestra

Deuteronomio 4:2 dice: "No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella...". Este mismo pensamiento está repetido en el Nuevo Testamento, en Apocalipsis 22:18-19 con severas penalidades. El hombre religioso es muy rápido para observar esto de no disminuir ninguna parte de los mandamientos de Dios, pero parece haber una ley no escrita que indica que añadir cosas sí está permitido. Cada denominación tiene su propio set de "hazlo" y "no lo hagas", reglas que no se encuentran en las Escrituras, y como las de los hipócritas fariseos, estas leyes implícitas usualmente tienen que ver con la apariencia exterior.

Necesitamos recordar que agregar a los mandamientos de Dios es tan malo como quitar algo de ellos. Necesitamos hablar cuando la Biblia habla y estar en silencio cuando la Biblia está en silencio.

Los mandamientos de Dios y las tradiciones de los hombres no son la misma cosa y deben siempre ser distinguidas claramente. Cualquier intento de ponerlas en el mismo nivel siempre resultará en dejar sin efecto la Palabra de Dios. Tienes que dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener las tradiciones de los hombres, o por el contrario, tienes que dejar a un lado las tradiciones de los hombres para mantener los mandamientos de Dios (Ex. 20:3). La liturgia eclesiástica es tradición, así como muchas otras de las reglas enseñadas por las iglesias hoy día. Podemos neutralizar el poder positivo de la Palabra de Dios en nosotros, y nada hará eso más rápidamente que elevar las tradiciones de hombres por encima de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios todavía es verdad (Rom. 3:3-4) y no volverá a Él vacía (Isa. 55:11).

La Palabra no beneficiará a nadie que no cree en ella, pero la Palabra de Dios en sí misma no pierde el poder. ¿Si algunos no creen en la Palabra de Dios, eso hace que la Palabra de Dios quede sin efecto? La respuesta a esta pregunta es un: "¡no!" rotundo. La Palabra de Dios todavía tiene el poder para salvar, y te beneficiará cuando la mezcles con fe.